AULA ABIERTA

El déficit de atención: un desafío en las aulas escolares

Hola querida familia, amigos y lectores, les saluda su amiga, la Maestra Diana.

Escrito en OPINIÓN el

Hoy quiero compartir con ustedes una reflexión sobre un tema que, en mi experiencia como maestra y directora, he observado con frecuencia en el ámbito escolar: el déficit de atención en los estudiantes. Este trastorno, que a menudo pasa desapercibido o se malinterpreta, debido a que puede manifestarse en alumnos desde la primaria hasta la preparatoria, y es algo que no se debe subestimar.

A menudo, los estudiantes con déficit de atención (TDAH) presentan signos de distracción constante, dificultades para seguir instrucciones, impulsividad y una falta de organización. Sin embargo, estos comportamientos no deben ser confundidos con desinterés o rebeldía. He visto, a lo largo de los años, cómo estos jóvenes luchan con tareas simples, como prestar atención en clase o completar sus deberes, sin que muchas veces se reconozca que hay una condición detrás de su comportamiento.

Una de las características más comunes que observo en estos estudiantes es que suelen recibir constantes llamadas de atención. Se distraen fácilmente ya sea con un sonido, una conversación o simplemente con sus pensamientos, y esto los lleva a interrumpir constantemente el flujo de la clase. Además, muchos de ellos, sin saberlo, también terminan distrayendo a sus compañeros. Esta situación puede generar un ciclo difícil, donde el estudiante con déficit de atención no se siente comprendido y sus compañeros se ven afectados, sin saber cómo lidiar con esa distracción. La frustración crece, tanto en los estudiantes como en los maestros, y la situación puede convertirse en un reto adicional en el aula.

Lo que he aprendido a lo largo de los años es que, aunque estos estudiantes presentan un comportamiento disruptivo, no lo hacen intencionalmente. A menudo, ellos mismos no saben cómo ayudarse, ya que no entienden por qué se distraen con tanta facilidad o por qué tienen dificultades para mantenerse enfocados. Muchos de ellos sienten vergüenza por interrumpir, pero no saben cómo manejar su propia energía e impulsividad. El diagnóstico adecuado y el apoyo constante son esenciales para que estos estudiantes comprendan su condición y aprendan a manejarla.

Sin embargo, uno de los mayores retos que enfrentamos como educadores es la resistencia de algunos padres de familia a aceptar que sus hijos puedan necesitar una valoración diagnóstica. En ocasiones, los padres se resisten a la idea de que sus hijos puedan tener un trastorno como el TDAH, ya sea por desconocimiento o por temor a que este diagnóstico los estigmatice. Esta resistencia puede retrasar significativamente el proceso de apoyo que los estudiantes necesitan. Al no obtener el diagnóstico a tiempo, siguen enfrentando las mismas dificultades sin recibir la ayuda adecuada, lo que a menudo se traduce en un rendimiento académico bajo, frustración constante y un sentimiento de incapacidad.

En mi experiencia, un gran porcentaje de los estudiantes con TDAH, al no recibir un diagnóstico adecuado, tienden a tener calificaciones más bajas que sus compañeros, ya que sus dificultades para concentrarse, organizarse y controlar su impulsividad afectan directamente su rendimiento escolar. Esta situación puede llevar a que se les perciba erróneamente como estudiantes desinteresados o incapaces, cuando en realidad, lo que requieren es un enfoque educativo adaptado a sus necesidades.

Es importante entender que el diagnóstico de TDAH no lo realiza el maestro, sino un especialista en salud mental o psicología educativa. Como maestros, nuestra tarea es observar el comportamiento de los estudiantes en el aula y, si notamos patrones que sugieren déficit de atención, lo que hacemos es comunicar nuestras observaciones a los padres. Es entonces cuando, con el apoyo de un psicólogo o psiquiatra especializado, se realiza la valoración y diagnóstico correspondientes. Este profesional es el encargado de confirmar si el estudiante tiene TDAH y, en caso afirmativo, ofrecer sugerencias específicas para ayudar a ese niño tanto en la escuela como en casa. Las recomendaciones pueden incluir estrategias de enseñanza adaptadas, terapias conductuales y, en algunos casos, tratamientos médicos.

Es crucial que los padres acepten la importancia de este diagnóstico para que los estudiantes reciban el apoyo necesario. Un diagnóstico temprano es fundamental para que los alumnos con TDAH puedan recibir un plan de intervención adecuado que les permita desarrollar su máximo potencial.

En el ámbito escolar, lo que he observado es que el déficit de atención no solo afecta el rendimiento académico, sino también las interacciones sociales y el bienestar emocional de los estudiantes. En la secundaria y preparatoria, los jóvenes con TDAH pueden sentirse aislados o incomprendidos, ya que sus compañeros no siempre comprenden la razón detrás de su comportamiento. Esto puede generar sentimientos de frustración y ansiedad.

Es importante entender que, además del diagnóstico, el apoyo debe ser colaborativo y coordinado entre maestros, padres y especialistas. Los maestros necesitamos adaptar nuestras metodologías y crear un ambiente estructurado en el aula, mientras que los padres deben estar involucrados en el proceso, proporcionando un seguimiento en casa. El psicólogo especializado en TDAH, doctor Eduardo Martínez, de la Universidad de Guadalajara, recomienda que se implementen estrategias que fomenten la organización y la estructura, como la segmentación de las tareas en partes más pequeñas y el uso de ayudas visuales para mantener la atención. Este enfoque colaborativo es esencial para ayudar a los estudiantes a mejorar su rendimiento académico y bienestar emocional.

La colaboración efectiva entre todos los involucrados es clave. He visto en mi carrera cómo el trabajo conjunto puede transformar la experiencia educativa de estos estudiantes, dándoles la oportunidad de comprender y superar sus dificultades. Es fundamental que todos entendamos que el TDAH no es un obstáculo insuperable, sino un reto que podemos enfrentar con paciencia, empatía y estrategias adecuadas.

Queridos lectores, los invito a reflexionar sobre este tema. ¿Cuántos estudiantes, en nuestras aulas o en nuestras casas, presentan síntomas de déficit de atención sin haber recibido el apoyo necesario? Es fundamental que los padres, al observar estos signos en casa, busquen ayuda profesional para que se pueda realizar un diagnóstico y comenzar el proceso de apoyo lo antes posible.

¿Qué opinan? ¡Me encantaría escuchar sus opiniones!

Con cariño a mis lectores,

La Maestra Diana Alejandro