Las viviendas abandonadas en Nuevo Laredo han representado por décadas una problemática sin solución inmediata y a la vez un fenómeno muy particular de la frontera en la que contrastan la alta demanda en ciertos sectores y el enorme catálogo de hogares de interés social disponibles que nadie parece querer.
Hace casi 20 años, los constructores realizaban estas pequeñas viviendas por cientos en sectores distantes del área conurbada al sur y extremo poniente, argumentando que eventualmente la mancha urbana se extendería a esos puntos; algunos aprovechando la adquisición de terrenos baratos, la falta de regulaciones estrictas para las dimensiones de estas propiedades y la autorización de las autoridades en aquellos años; los contratistas entraron un negocio en el que el perdedor fue el Infonavit y por supuesto, el ciudadano que buscaba un lugar digno donde vivir.
Con el pasar del tiempo, estas viviendas que casi nadie quería por estar alejadas de sectores comerciales y la mayoría de los centros de empleo, además de ser muy pequeñas; se fueron deteriorando ante el desprecio de muchos que buscaban residir en áreas más céntricas, ya sea porque nunca fueron ocupadas o eventualmente abandonadas por quienes ya no podían pagarlas, para después ser vandalizadas u ocupadas por ‘paracaidistas’, o ambas.
Con el tiempo, la cantidad de hogares en estas circunstancias y el nivel de deterioro, así como la ocupación irregular, hicieron de estas viviendas de interés social, bienes muy difíciles de recuperar y en general poco rentables en la mayoría de los casos, perpetuando así el abandono.
Sin embargo, hay también otro tipo de vivienda abandonada, y se trata usualmente de propiedades más amplias y en sectores céntricos; en este caso, son hogares que fueron quedando en el olvido con el fallecimiento de sus ocupantes, y ya sea que éstos hayan dejado sus casas intestadas o que simplemente sus hijos hicieron su vida en Estados Unidos (ambos, escenarios muy frecuentes) y no tengan sus documentos en regla o actualizados, al final, son bienes raíces de alto valor, pero muy difíciles de habilitar en el mercado; por esta razón hay tantos domicilios en el primer cuadro de la ciudad donde muchos estarían dispuestos a vivir, pero que solo están viendo pasar el tiempo sin ser habitados.
En contraste, la alta demanda de vivienda y la falta de propiedades en condiciones legales y físicas para ser habitadas, han elevado considerablemente los precios, escenario que para muchos es irónico, pues existe una gran cantidad de casas en las que nadie vive y se podrían reactivar muchos sectores al habitarlas, pero por ahora solo estarán empolvándose.
Octavio Romero Oropeza, director del Infonavit, dijo recientemente que censarán muchos fraccionamientos en Tamaulipas para conocer cuantas viviendas podrían recuperarse, ya sea que estén en calidad de abandono o invadidas.