SELVA URBANA

El cinofóbico y los perrhijos

Escrito en OPINIÓN el

Nada más porque alguien lo tenía que decir y qué mejor que un wey de primera mano o directamente afectado, como debe haber muchos más, es que vamos a tratar el siguiente cánido tema, en Domingo de Pascua.

La fobia a los perros o cinofobia, lo dicen los sabihondos, es un miedo irracional e incontrolable a esas bestias, puede provocar reacciones físicas y psicológicas que interfieren en la vida de la persona (y si es diabético y además ha tenido un infarto, ni pa´ que les contamos).

Hoy “Día de la Coneja” es muy apropiado para tratar este Pedrito que nos asalta, pues a causa de los perros que anden en plazas, parques, centros deportivos y demás sitios públicos o de paseo, apostamos uno y la mitad de otro (deseo) a que este día se producirán problemas por culpa -sí, culpa- de sus hijos de ustedes, esos de cuatro patas y peludos.

Habrá perros sueltos o con correa, agrediendo a personas o peleando con otros canes también sin amarres o con ellos.

Si ustedes se desgarran las vestiduras por “los derechos” (¿de un animal, sobre los de un humano?) de esos animalitos, si ustedes son de los que seguido los sacan a pasear a cualquier área verde y los sueltan “porque son mansitos, muy bien portados, no muerden y son muy juguetones” (no hay peor estupidez para un cinofóbico que escuchar esas frases, que ni nos importan, no las creemos, no confiamos y además nos caen como rodillazo en los meros Gumaros), déjennos decirles lo siguiente.

En la Ciudad de México (CDMX) no puedes llevarlo suelto, sin correa, porque son miles de varos los que te cargan a tu bolsillo si es que te valen mami los derechos de terceras personas.

La ley -allá- dice claramente que es multa si las mascotas -no importa que sea tu hijo- deben ir sujetas.

Los dueños de mascotas son responsables del comportamiento de sus animales, sobre todo cuando están en espacios públicos (¿Y la ‘inche mordida, quién diablos nos la quita?).

¿Qué tal el simple Pedrote que nos saca un dientón pastor alemán o un sanababiche chihuahua que se nos deja venir, disparándonos el Sugar Ray Leonard a 400 y/o parándonos el corazón ya de por sí atrofiado?

Significa que al sacar a pasear a tu perro, tienes que usar una correa, mecate o cadena (colgarlo con eso sería muy bueno) que te permita tenerlo bajo control en todo momento.

Esto es porque al estar en la calle, tu perrhijo bien portado o mansito, puede reaccionar de forma diferente, puede asustarse, salir corriendo, pelearse con otro perro o hacer defecar en la vía pública a una persona.

Incluso si no muerde ni hace daño, el simple hecho de que ande suelto ya puede ser considerado una falta (¿Quedó claro?)

En la capital chilaquil, si un policía o autoridad te ve paseando a tu perro sin correa, puede aplicarte una multa.

La multa es de entre 11 y 40 Unidades de Medida y Actualización (UMAS) que en lana este año 2025, son entre 1 mil 244 morlacos y 4 mil 525 duros.

Pero no solo es cuestión de marmaja, pues si la cosa lo amerita, también podrían llevarte a mascar barrote hasta por 24 horas; además de fajina comunitaria de 6 a 12 horas (ojalá que fuera lavando los baños de las ergástulas burricipales, como recordamos las del subterráneo del “Palomar” allá en los 80).

Esto del frescobote puede ocurrir si hay reincidencia, si el perro hijo de su perra madre causa algún daño, si se pelea con otro desgraciado can, si causa destrozos…

…O si muerde a alguien (a alguien bien bonito como su servidor).

Y aguzados, pues lo aclara la ley chilanga, no importa si tu perro es pequeño o grande, juguetón o serio, todos deben ir atados (y con un ser consciente, pendiente y con más de dos gramos de sesos, en el otro extremo de la correa).

Dice el librito, que más allá de la multa, lo más importante es la seguridad de tu mascota y de los demás (¿Sería primero los demás y luego la perra mascota, no?).

Usar correa -los perros y ustedes- no es solo por obligación, sino por sentido común.

¿Me entiendes, Méndez o te explico, Federico?

No sabemos cómo ande el Pedro en Nuevo Laredo, pero con estas diarreas mentales aquí tecleadas, es que formalmente les pedimos a nuestros dos diputados (el ranchero y el feo) que le pongan a ese jale, ¡Tendidos como bandidos! ¡Sobre el muerto las coronas! Y no lo pedimos por nosotros, que aquí ya no salimos a pie, ni a la banqueta.

Aquí por los derechos de algunos de nosotros, habría que imitar las reglas, normas, códigos y leyes del antiguo Distrito Federal.

Un servidor ha tenido que dejar de caminar en los sitios públicos, porque 30 mil canes callejeros en mi rancho (más los que se acumulen cada minuto) son muchas poderosas razones.

Y todo porque los tres niveles de gobiernos no hacen ni progenitora al respecto, (solo el prohibir que les den un cablazo gacho de corriente 220).

Bueno, además de los chorromiles de “tumbabotes” por las rúas de mi terruño, debemos sumar los que si tienen amos ¡Disculpen! Quisimos decir mamá y papá.

Entonces, la práctica de la caminata y cualquier otro ejercicio o distracción urbana, es casi materia impedida para los cinofóbicos.

Sentimos mucho que carteros, “cobras” (cobradores de mueblería de barrio), repartidores de tragacha, mandado o birongas, en moto o en bici, cuyas pantorrillas están expuestas en esas calles de Dios, no puedan evitar jugársela cada que el sol sale.

Pero ¡ah, cómo diablos que no!  Nos gustaría que nuestra autoridad hiciera algo al respecto en esta ciudad de perros, donde está bien perra la cosa, sobre todo para los cinofóbicos.

Les deseamos a todos ustedes que esté bien perrón su Domingo de Pascua o “de la Coneja” (si es que usted es de los que más aman a un peludo de cuatro patas que al hijo de Dios que nos ha de venir a salvar, ¡hasta de los perros! y de sus abusadores amos que no respetan los derechos de su semejante).