En el 2024, México ocupó por primera vez el lugar número 5 dentro de los productores de automóviles a nivel mundial, fabricando 4 millones 203 mil unidades, pasando del séptimo lugar que teníamos en el 2023, superando a Alemania (que produjo 4 millones 069 mil vehículos) y a Corea del Sur (4 millones 127 mil unidades). Estos datos corresponden a vehículos sedanes, hatchbacks, coupés y SUVs de uso privado. Y somos el tercer lugar mundial en exportación de vehículos, según datos de la Organización Mundial del Comercio.
Respecto a la producción, por encima de México se encuentran: China que produjo 31 millones 282 mil vehículos; Estados Unidos ocupa el segundo lugar, con 10 millones 562 mil unidades (producción menor en 1% a la que tuvo en el 2023); Japón con 8 millones 235 mil y la India con 6 millones 45 mil vehículos.
La industria automotriz se ha consolidado como un pilar fundamental de la economía mexicana, representando aproximadamente el 3.5% del Producto Interno Bruto nacional y generando casi 1 millón de empleos, debido a que México, a partir del TLCAN comenzó a atraer numerosas empresas automotrices que buscaban mano de obra calificada y competitiva, proximidad al mercado estadounidense y las facilidades de nuestros acuerdos comerciales.?
?En la década de 1980, la producción automotriz en México alcanzaba 1.1 millones de unidades que se vendían en territorio nacional o se exportaban a algunos países como Estados Unidos y Brasil. Pero con la firma del TLCAN en 1994, la industria automotriz se integró profundamente en las cadenas de suministro de América del Norte. Entre 1994 y 2013, la producción de vehículos creció un 163.6%, pasando de 1.1 millones a 2.9 millones de unidades. Y ahora bajo el T-MEC, con los datos del 2024, rebasamos los 4 millones de vehículos, de los cuales exportamos hacia Estados Unidos aproximadamente 3 millones de unidades al año, principalmente por las aduanas fronterizas de Nuevo Laredo, Ciudad Juárez, Reynosa, Piedras Negras, Mexicali, Nogales y ocasionalmente por las marítimas de Veracruz y Lázaro Cárdenas.
Este crecimiento se atribuye a la atracción de inversión extranjera directa, la modernización de plantas y la mejora en la calidad de la mano de obra, y todos creíamos, incluyendo la industria automotriz, que nuestro rol en la fabricación de vehículos en Norteamérica se fortalecería con el nearshoring para competir contra la producción de vehículos asiáticos. Recuerden que en los últimos dos años se analizaba en todos los medios los requerimientos de nuestra industria para dejar atrás los autos de combustión y sumarse a la política del presidente Biden fabricando automóviles eléctricos, sustituyendo poco a poco las baterías y otros componentes que venían de China, por piezas de la región T-MEC. México despertaba al mundo con buenas noticias al ser la posible fuente de sustitución del litio para esas baterías.
No obstante, la guerra psicológica de Donal Trump comenzó desde su campaña presidencial donde propuso imponer aranceles significativos a los vehículos importados desde México. Inicialmente, en septiembre de 2024, anunció un arancel del 100% para todos los automóviles que ingresaran a Estados Unidos desde su principal socio comercial. Posteriormente, en octubre del mismo año, sugirió que estos aranceles podrían superar el 200%, con el objetivo de disuadir completamente la importación de vehículos mexicanos y fomentar la producción estadounidense.?
Está claro que a Trump no le interesa la zona del T-MEC, su fin está en reindustrializar a los Estados Unidos y en ese propósito, la industria automotriz es representativa para los estadounidenses que añoran los años en que Detroit era la fábrica automotriz del mundo occidental. Por eso, desde su llegada a la Casa Blanca revocó varias políticas clave de la administración Biden destinadas a fomentar la transición hacia los vehículos eléctricos, sin importarle las cuantiosas inversiones que habían hecho las armadoras tratando de alinearse a estos objetivos.
También impuso un arancel del 25% a los vehículos importados de todos los países, incluyendo México y Canadá. Sin embargo, después señalaron que los vehículos que cumplen con las reglas de origen del T-MEC están exentos de este arancel. Esto significa que los vehículos deben tener al menos un 75% de componentes regionales para calificar en esta ventaja.?
No todos los vehículos fabricados en México cumplen con estas reglas, por lo que están ya sujetos al arancel del 25%. Por ejemplo:? El BMW M2, producido en San Luis Potosí, tiene solo un 15% de contenido mexicano y un 6% de contenido de EE. UU. y Canadá. Lo mismo sucede con algunos modelos Mercedes-Benz, Toyota o Nissan.? El arancel llevará a las armadoras a replantear sus estrategias de producción y exportación: o incrementan el contenido de sus piezas con proveedores de la zona o mudan sus plantas a Estados Unidos o enfrentan el pago de aranceles.
Ante este nuevo escenario, la presidenta Claudia Sheinbaum ha respondido con una estrategia decidida para fortalecer a la industria automotriz, estableciendo mesas de trabajo con las principales armadoras para revisar caso por caso el cumplimiento de las reglas de origen del T-MEC y brindar asesoría técnica para adaptar sus cadenas de suministro. A las plantas que hoy no cumplen con el contenido regional requerido, se les ha ofrecido un paquete de incentivos fiscales, facilidades para relocalizar proveedores en México, así como apoyo en infraestructura energética y logística para agilizar el cumplimiento de las normas. Anunció también un programa especial de financiamiento y reconversión industrial para atraer más inversión regional en autopartes, especialmente para vehículos eléctricos, con el objetivo de evitar el pago del arancel.
Los Agentes Aduanales que llevamos a cabo el despacho aduanero de la industria automotriz hemos estado en constantes reuniones con los exportadores, desde el minuto uno de esta política de Trump, asesorándolos y sumándonos a sus estrategias logísticas para asegurar su permanencia competitiva en México y así nuestro país siga siendo una potencia automotriz en el mundo.