El sistema multilateral de comercio, representado por la Organización Mundial del Comercio se encuentra en un punto de inflexión. Mientras que el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio (AFC) ha demostrado ser un motor clave para la reducción de costos y la eficiencia comercial en los últimos ocho años, el sistema de solución de diferencias de la OMC sigue enfrentando desafíos que amenazan su credibilidad y eficacia. La necesidad de una reforma integral es innegable y urgente.
Desde su entrada en vigor en 2017, el AFC ha impulsado el comercio global en más de 230 mil millones de dólares, reduciendo la burocracia, simplificando los procedimientos aduaneros y mejorando la transparencia regulatoria. Como destaca Angela Ellard, directora general adjunta de la OMC, los beneficios son innegables y han impactado a todos los miembros de la organización, desde economías avanzadas hasta países en desarrollo y menos adelantados.
El AFC ha permitido una disminución promedio de entre el 1% y el 4% en los costos comerciales a nivel global. En sectores como el agrícola, los efectos han sido aún más pronunciados, fomentando la integración de más actores en el comercio internacional. Países como Montenegro, Indonesia, Ecuador y Brasil han logrado reducir significativamente los tiempos de despacho y los costos asociados al comercio exterior. Un ejemplo emblemático es la implementación de puestos fronterizos de paso único en África, que han reducido los tiempos de espera en más del 60%.
El éxito del AFC radica en su flexibilidad, permitiendo a los países en desarrollo y menos adelantados implementar medidas en fases según sus capacidades. Sin embargo, los compromisos pendientes, en su mayoría de la Categoría C, requieren asistencia técnica y financiera para su implementación completa. El Mecanismo para el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio ha sido clave para canalizar recursos y apoyo, ayudando a más de 46 países en desarrollo y 18 menos adelantados a obtener la cooperación de socios internacionales.
No obstante, la digitalización se perfila como el siguiente gran reto para la facilitación del comercio. La OMC ha comenzado a discutir cómo la tecnología puede optimizar aún más los procesos aduaneros y regulatorios, cerrando la brecha digital entre economías con distintos niveles de desarrollo.
Si bien el Acuerdo sobre Facilitación del Comercio ha demostrado ser un éxito, la OMC enfrenta una crisis en su mecanismo de solución de diferencias. En la 12.ª Conferencia Ministerial de 2022, los miembros se comprometieron a contar con “un sistema de solución de diferencias plenamente operativo y accesible para todos los miembros para 2024”. Sin embargo, este plazo ha vencido sin que se haya logrado una solución definitiva.
El problema central radica en la parálisis del Órgano de Apelación desde 2019, debido a la negativa de Estados Unidos a aceptar nuevos nombramientos de jueces. Esta situación ha dejado sin una instancia final a las disputas comerciales, debilitando el cumplimiento de las normas y fomentando soluciones unilaterales por parte de algunos países.
Durante su primera presidencia, Donald Trump mantuvo una postura abiertamente contraria al sistema de resolución de controversias de la OMC, bloqueando el funcionamiento del Órgano de Apelación y debilitando la credibilidad del organismo hasta que este tuvo que cambiar de Director General. Ahora, en su segundo mandato, la incertidumbre generada por sus políticas amenaza nuevamente con afectar la estabilidad de la OMC y dificultar los avances en la reforma del sistema de solución de diferencias. La falta de claridad en la posición de Estados Unidos sigue siendo un obstáculo para lograr un consenso y restaurar la funcionalidad del mecanismo.
Los esfuerzos de reforma han avanzado bajo el liderazgo del Representante Permanente de Mauricio y otros expertos, abordando temas clave como la accesibilidad del sistema, la transparencia y la revisión de decisiones. No obstante, persisten diferencias en torno al modelo de apelación y las preocupaciones de Estados Unidos sobre la actuación del Órgano de Apelación. Sin una resolución clara, el riesgo de que los miembros recurran a medidas proteccionistas aumenta, debilitando el multilateralismo.
La OMC ha demostrado ser un pilar fundamental para el comercio global, pero su legitimidad depende de su capacidad para hacer cumplir sus propias normas. El panorama actual exige consolidar los avances logrados con la facilitación del comercio y alcanzar un consenso para restaurar la funcionalidad del sistema de solución de diferencias. Otro tema que se mantiene en jaque desde el escritorio de la Oficina Oval.
EXPERTO EN COMERCIO EXTERIOR