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Los Premios Darwin

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¡Se acercan los premios Darwin! Unos reconocimientos que premian a los actos más descabellados que cometen algunos seres humanos, que, alejados de toda lógica y sensatez, sus actos los han llevado a la muerte. Uno de los hechos nominados, ocurrió en Brasil, donde un joven de 17 años, decidió experimentar al inyectarse, en su pierna un líquido en que se encontraba, licuada en agua, una mariposa, para ver qué pasaba. Al poco tiempo, al entrar en su casa, su padre, al verlo cojear, el joven justificaba su cojera con una lastimadura que se había hecho al practicar un deporte. Pocas horas después, el dolor se fue incrementando y fue llevado al hospital, donde admitió lo que había hecho y, después de siete días en que su dolor empeoraba, el joven perdió su vida.

En cierta manera, nosotros no somos muy distintos. No llegamos al extremos de inyectaron este tipo de veneno, pero, tristemente son muchos los que eligen inyectarse otros tipos de veneno. Y así como este joven brasileño quería descubrir “que se sentía”, son muchos los jóvenes que hacen prácticamente lo mismo para ver “que se siente”, destrozando sus vidas y la de sus seres queridos.

Por otro lado, “inyectamos” nuestra inteligencia con lo peor del internet, con los peores consejos y argumentos que, aunque no destrozan nuestros cuerpos, nos incapacitan para actuar de manera racional.

En abril pasado, en un viaje a Venecia, el Papa decía a un gran número de jóvenes:

“Sin embargo, a menudo nos encontramos luchando contra una fuerza de gravedad negativa que tira de nosotros hacia abajo, una inercia opresiva que quiere que lo veamos todo gris. A veces nos pasa esto. ¿Cómo lo hacemos? Para levantarnos ante todo debemos dejarnos levantar: dejar que nos lleve de la mano el Señor, que nunca defrauda a los que confían en Él. ‘Pero yo - dirá usted - no estoy a la altura: me percibo frágil, débil, pecador, ¡a menudo caigo!’. Pero cuando te sientas así, cambia de ‘marco’: no te mires con tus propios ojos, sino piensa en la mirada con la que Dios te mira. Cuando cometes un error y caes, ¿qué hace Él? Se queda ahí, a tu lado, y te sonríe, dispuesto a cogerte de la mano y levantarte. Esto es algo muy hermoso: siempre está ahí para levantarte.

“Les diré algo que esto me sugiere. ¿Está bien mirarle a uno desde arriba hacia abajo, por encima del hombro? No, no está bien. Pero, ¿cuándo se puede mirar a una persona por encima del hombro? Para ayudarla a levantarse. La única vez que podemos mirar a una persona desde arriba hacia abajo con belleza, ‘por encima del hombro’, es cuando la ayudamos a levantarse. Y así hace Jesús con nosotros cuando hemos caído. Nos mira desde arriba. Eso es hermoso. El Señor hace maravillas con nuestra fragilidad.

“Dios sabe que, además de bellos, somos frágiles, y las dos cosas van juntas. Dios no ata nuestros errores en su dedo: ‘Hiciste eso, hiciste...’. No se ata a esto, sino que nos tiende la mano. ‘Pero, Padre, tengo muchas, muchas cosas de las que me avergüenzo’. ¡Pero no te mires a ti, ¡mira la mano que Dios te tiende para levantarte! No lo olvides: si te sientes agobiado por tu conciencia, mira al Señor y deja que te lleve de la mano.  Cuando estamos abatidos, Él ve hijos a los que levantar, no malhechores a los que castigar. Por favor, ¡confiemos en el Señor!

“Y, una vez que estamos de pie, depende de nosotros permanecer de pie. Por primera cosa levantarse y luego ponerse de pie, ‘permanecer’ cuando nos apetece sentarnos, soltarnos, dejarnos llevar. No es fácil, pero es el secreto. Sí, el secreto de los grandes logros es la constancia. Es cierto que a veces existe esa fragilidad que te arrastra hacia abajo, pero la perseverancia es lo que te hace avanzar, es el secreto. Hoy vivimos de emociones rápidas, de sensaciones momentáneas, de instintos que duran instantes. Pero así no se llega lejos. Los campeones deportivos, así como los artistas, los científicos, demuestran que los grandes logros no se alcanzan en un momento, de golpe. Y si esto es cierto para el deporte, el arte y la cultura, con mayor razón lo es para lo que más cuenta en la vida. ¿Que cuenta en la vida? El amor, La fe. Y para crecer en la fe y en el amor, debemos tener perseverancia y seguir siempre adelante. En cambio, aquí el riesgo es dejarlo todo a la improvisación: rezo si me apetece, voy a misa cuando me apetece, hago cosas buenas si me apetece... Esto no da resultados: hay que perseverar, día tras día. Y hacerlo juntos, porque el hacerlo juntos nos ayuda a avanzar. Juntos: el ‘hazlo tú mismo’ en las cosas grandes no funciona. Por eso les digo: no se aíslen, busquen a los demás, experimenten a Dios juntos, sigan caminos de grupo sin cansarse. Quizá digas: ‘Pero todos los que me rodean están solos con sus celulares, pegados a las redes sociales y a los videojuegos’. Y tú, sin miedo, vas contracorriente: toma la vida en tus manos, ponte en juego; apaga la tele y abre el Evangelio – ¿es esto demasiado? -, deja el celular y ¡encuéntrate con la gente! El celular es muy útil, para comunicarse, es útil, pero ten cuidado cuando tu celular te impida conocer gente. Úsalo, está bien, pero ¡conoce gente! Ya sabes lo que es un abrazo, un beso, un apretón de manos: gente. No lo olviden: usen el celular, pero conozcan gente”.

Padreleonardo.hotmail.com