En las últimas semanas, quienes han cruzado hacia Estados Unidos por el Puente 2 se habrán percatado de las revisiones de parte de militares, antes de llegar a la caseta de peaje, algunos protagonizando discusiones con los efectivos, otros más solo presenciándolas, pero todos experimentando los retrasos derivados del operativo.
La imagen que ha llamado la atención, es la del cuerpo del puente usualmente solo, mientras que del lado, por el bulevar Colosio, una larga fila de personas que esperan pasar por el filtro de revisión, ya sea por las líneas de peaje en efectivo o automatizado por el sistema de prepago.
Regresando al tema de las revisiones, es prácticamente seguro que llegará a presenciar una o más de estas confrontaciones si pretende cruzar al vecino país, sin embargo aunque es entendiblemente molesto por que de alguna manera se altera la dinámica acostumbrada del cruce, que apenas se estaba recuperando luego de un par de años de obras de remodelación; pero hay que entender que no es precisamente iniciativa de los militares y que discutir con ellos sobre cuestiones políticas es inútil, pues estarán ahí hasta que reciban órdenes de retirarse.
Gritarle a los militares respecto a las revisiones sobre las que no tienen injerencia es un tanto absurdo, pues básicamente lo único que podría ser cuestionable en este caso, es el criterio que utilice un oficial, el resto no depende de él.
Ahora, en cuanto al panorama general, es claro que el fin de estar revisiones depende de una complicada relación binacional en la que hemos tenido que experimentar medidas repentinas y amenazas de otras políticas igual de cuestionables de parte de la nueva administración Trump que poco a poco se está viendo obligada a retractarse, aunque a su manera, por las presiones de las élites empresariales que advierten las grandes pérdidas económicas en cada “ocurrencia”.