Por increíble que parezca, en la actualidad al menos una de cada tres mujeres sufre violencia de género durante su vida y cada 10 minutos una mujer es asesinada, lo que se refleja en el hecho de que la violencia contra las mujeres sea la forma de violación de derechos humanos más grave en el mundo. Detener la violencia y la discriminación contra las mujeres es una urgente necesidad y una tarea de todos.
En 1999 la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) definió como violencia contra la mujer: “Todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la vida privada”. Esta definición fue el primer paso hacia la promoción de denuncias de violencia contra la mujer y la exhortación para elaborar políticas públicas que contribuyan a defender los derechos y la dignidad humana de las mujeres, como parte de una estrategia para erradicar ese cáncer enraizado en nuestras sociedades.
El siguiente paso de Naciones Unidas fue el establecimiento del 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. Se eligió ese día en recuerdo de Patria, Minerva y María Teresa Mirabal, activistas dominicanas asesinadas el 25 de noviembre de 1960 por el dictador Rafael Trujillo. Esta lucha para erradicar todas las formas de violencia contra la mujer, es concomitante a la lucha por lograr una equidad de género; son dos ejes de una estrategia para visibilizar a la mujer y abrirle oportunidades igualitarias frente al predominio que el hombre ha tenido en sociedades patriarcales de las que surgió la civilización humana.
Esta no es sólo una lucha para crear leyes que desbrocen el camino hacia la equidad de género, es, ante todo, una lucha por la transformación de reglas y conductas sociales, que son a fin de cuentas las que, a pesar de numerosas nuevas leyes, impiden la erradicación de la violencia estructural en contra de la mujer en todos los países del mundo y en todos los estratos sociales.
Desde que en 1995 se celebró en Beijing la más importante de cuatro conferencias internacionales sobre la mujer, en la que se proclamó el Decenio de las Naciones Unidas para la Mujer con un primer Plan de Acción Mundial, se han aprobado muchas leyes en el mundo, pero la transformación de las reglas y conductas sociales, ha avanzado a paso de tortuga. Esa situación de resistencia al cambio de conductas propias de sociedades patriarcales y que están acentuadas sobre todo en poblaciones que viven en la pobreza en las cuales la mujer es más vulnerable, es el lastre que impide el avance en la construcción de sociedades que respeten plenamente la equidad de género.
Un principio fundamental emergido de la Conferencia de Beijin que sigue siendo vigente es que la igualdad entre hombres y mujeres es cuestión de derechos humanos y condición indispensable para un entorno de justicia social, en el cual ambos compartan el poder y las responsabilidades en el hogar, para que las mujeres también puedan prosperar en su lugar de trabajo.
Nuestra sociedad discrimina a la mujer en muchos ámbitos, siendo uno relevante el laboral. De acuerdo a Naciones Unidas, casi el 60 por ciento del empleo de las mujeres en todo el mundo se enmarca en la economía informal. En 2022 la tasa de participación en la fuerza laboral de las mujeres de entre 25 y 54 años fue del 61.4 por ciento en comparación con el 90.6 por ciento de los hombres. Además, la discriminación se refleja en el salario pues en promedio, las mujeres perciben apenas un 80 por cierto de lo que ganan los hombres.
En el Consulado General de México en Laredo, cada día 25 de mes nos reunimos para tomar una foto con vestimenta naranja, como recordatorio de que somos parte de una comunidad que sigue en pie de lucha por lograr el respeto a la dignidad de la mujer. Desde 2008, Naciones Unidas lanzó la campaña ÚNETE que inicia el 25 de noviembre y termina el 10 de diciembre, Día de los Derechos Humanos, con 16 días de activismo contra la violencia de género. Se eligió el color naranja por ser un tono vibrante y optimista que representa el futuro sin violencia contra mujeres y niñas.
En nuestro consulado general, como parte de una nueva cultura y una nueva práctica social, los 16 Días de Activismo contra la Violencia de Género iniciarán el 25 de noviembre con un conversatorio transmitido por Facebook Live, en el que especialistas de Casa Misericordia, AHEC, el Departamento de Policía de Laredo y el Departamento Estatal de Servicios de Salud de Texas compartirán información práctica sobre prevención, rutas de apoyo y recursos disponibles en la comunidad.
Durante esta campaña ofreceremos información accesible, pláticas de orientación en sala de espera, cápsulas con autoridades y organizaciones locales, así como difusión del funcionamiento de la Política de Vinculación y Atención Integral para la Mujer (VAIM), con el objetivo de fortalecer el acceso a servicios confiables de salud, protección, refugio y asesoría legal. Estas acciones buscan que cualquier mujer, sin importar su nacionalidad o estatus migratorio, conozca sus derechos, sepa cómo pedir ayuda y tenga claro que nunca está sola.
Un mundo donde impere la paz y la democracia en un marco de bienestar y seguridad global, solo será viable construyendo un entorno de justicia social e igualdad que visibilice y reivindique a la mujer. Solo así podremos avanzar hacia una verdadera equidad de género, base indispensable para la creación de sociedades libres de la herencia patriarcal propia del hombre de las cavernas.
*Cónsul General de México en Laredo, Texas.
