Hace unos días se realizó en la Ciudad de México la 9ª Cumbre Mundial de Globalización Educativa y Transdisciplinariedad 2025, un encuentro internacional donde se habló de educación, justicia, ética y combate a la corrupción educativa. Tuve el honor de participar como ponente, representando no solo a Tamaulipas, sino también a México, en un escenario donde coincidimos con especialistas, académicos y autoridades de distintos países.
En la Cumbre participaron expositores de Estados Unidos, Perú, República Dominicana, Colombia, España, Panamá, Haití y otros países de América y Europa, lo que permitió escuchar realidades diversas, pero unidas por la misma preocupación: dignificar la educación y a quienes la hacen posible todos los días.
Subir al estrado como maestra… y como hija
Mi ponencia se tituló “El rol del docente en la defensa de la justicia educativa”, y lo más especial fue con quién la compartí: tuve la dicha de presentarla de la mano de mi madre, la doctora Luz Angélica Alemán Valerio, a quien admiro profundamente como mujer, como académica y como maestra de generaciones.
Estar juntas en el estrado, madre e hija, hablando de educación frente a un público internacional, fue un momento lleno de significado. En ese instante entendí que no solo estábamos nosotras dos: ahí, simbólicamente, también estaban los docentes de secundaria, de primaria, de telesecundaria, de las escuelas rurales y urbanas que sostienen, con su esfuerzo diario, la escuela pública mexicana.
Representar a Tamaulipas y a México en ese contexto fue un orgullo inmenso… pero, sobre todo, una gran responsabilidad.
De qué hablé ante el mundo
Cuando tomé el micrófono no hablé desde la teoría, hablé desde la realidad que vivimos en las escuelas:
• La carga administrativa que le roba al maestro tiempo y energía para preparar clases.
• Los protocolos poco claros o mal aplicados, que generan miedo e incertidumbre.
• El temor a ser grabados, señalados o juzgados en redes sociales sin un proceso justo.
• Y, pese a todo, la enorme vocación de maestras y maestros que siguen entrando al aula con el corazón por delante.
Hablé de justicia educativa como algo muy concreto: que el docente tenga presunción de inocencia, que existan procesos claros ante una queja, que se respete su dignidad y que se reconozca que también tiene derechos humanos, no solo obligaciones.
Reafirmé una idea que considero fundamental:
No hay justicia educativa posible si el maestro trabaja con miedo y sin preparación suficiente.
La capacitación docente: necesidad, no lujo
En la Cumbre se abordaron temas como la transparencia en los títulos, la lucha contra la corrupción educativa, la responsabilidad social de las instituciones y el uso ético de la tecnología. Todo eso es clave, pero yo me quedé con una convicción muy clara:
La capacitación docente no es un lujo ni un trámite; es una necesidad urgente.
Capacitarnos significa:
• Actualizar nuestras estrategias para entender a los alumnos de hoy;
• conocer y aplicar correctamente los protocolos escolares;
• comprender el marco legal que protege a los estudiantes y también al maestro;
• contar con herramientas para manejar conflictos, violencia, acoso y redes sociales.
Un maestro que se capacita no “pierde tiempo”: se fortalece.
Y cuando el docente se fortalece, también se fortalece la escuela y se protege mejor a los alumnos.
Capacitarse: un acto de amor y de defensa
Representando a Tamaulipas y a México confirmé algo que quiero dejar en su corazón:
• Detrás de cada curso, diplomado, Cumbre o taller al que asiste un docente, hay un deseo genuino de ofrecer un mejor servicio a sus alumnos.
• La mejor forma de apoyar la educación no es solo exigir resultados, sino también valorar y facilitar la formación continua de los maestros.
Capacitarse es defender la profesión, pero también es un acto de amor hacia los estudiantes y hacia la comunidad.
Si algo quiero que se lleven de estas líneas es esto:
Un sistema educativo solo crece cuando sus maestros también crecen.
Cada espacio de formación es una semilla que sembramos en nosotros mismos para poder sembrar mejor en nuestros alumnos. Sigamos aprendiendo, porque un maestro que aprende se transforma.
Gracias doctor Martin Vargas Pérez, por el espacio y la oportunidad, esta dejando un legado grande e importante en la educación a nivel mundial.
Con cariño a mis lectores,
La Maestra Diana Alejandro
