Hola, querida familia, amigos y lectores, les saluda su amiga, la Maestra Diana, dándoles la más cordial bienvenida a este espacio semanal Aula Abierta, donde con la voz de quienes vivimos la educación desde adentro analizamos las realidades que pocas veces se dicen en voz alta.
Hoy quiero hablar de un tema que ha generado incertidumbre, desgaste emocional y frustración en miles de docentes en México: los procesos de nuevo ingreso e incremento de horas mediante USICAMM. Un mecanismo que nació para transparentar y ordenar la carrera docente, pero que en la vida real se ha convertido en un obstáculo para vivir dignamente de la profesión que tanto amamos.
Informe no es lo mismo que justicia.- En varios estados del país se anuncian con bombo y platillo la entrega de horas docentes. Se celebran eventos, se toman fotografías oficiales y se comparten cifras que presumen avances. Sin embargo, más allá del escenario institucional, existe una realidad que está golpeando directamente a los maestros.
Asignar horas no equivale a dignificar la docencia.- Hoy, a decenas de docentes se les ofrecen horas en municipios lejanos, a cientos de kilómetros de su hogar. El salario que reciben no alcanza para cubrir el costo de transporte, renta, alimentación y manutención familiar. Y ante esa realidad surge una pregunta profundamente humana: ¿Tú, como autoridad que asigna esas horas, te cambiarías de ciudad con el salario que se está ofreciendo? Si la respuesta es no, entonces no existe justicia laboral, sino simulación de avance.
Horas que no alcanzan para vivir.- Otra problemática que se ha ido normalizando es la asignación de cargas mínimas. Hay docentes a quienes únicamente se les otorgan tres, cuatro o cinco horas, lo que significa ingresos que no alcanzan ni 1,500 pesos por quincena. Se trata de profesionistas con preparación, trayectoria y vocación que no logran cubrir sus necesidades básicas.
¿Ustedes creen realmente que están haciendo lo correcto otorgando cargas laborales que no permiten vivir con dignidad? La docencia exige responsabilidad, entrega y estabilidad emocional. Nadie puede ejercer con excelencia cuando la preocupación diaria es cómo sobrevivir económicamente.
Maestros disponibles, alumnos sin clases.- El panorama se agrava con una contradicción que se repite en muchas escuelas del país: existen docentes con experiencia, disposición y permanencia en la misma institución o ciudad, pero no se les permite ingresar al aula porque no cumplen con el “perfil” administrativo, aun cuando hay grupos sin maestro. Aquí surge una reflexión ineludible: se respeta la ley para impedir trabajar a un maestro, pero se ignora la ley que garantiza el derecho de los alumnos a recibir educación. ¿De qué sirve cumplir un reglamento si los estudiantes pierden semanas de aprendizaje?
Queremos calidad educativa… pero ¿dónde está la calidad humana? En cada discurso institucional se habla de excelencia educativa, estándares, indicadores y evaluación. Pero en la realidad del aula y de la vida del maestro falta un elemento esencial: La calidad educativa comienza por la calidad humana.
No habrá educación de excelencia si se continúa precarizando a quienes la sostienen. No se puede exigir pasión en el aula mientras se impulsa la separación familiar y la inestabilidad económica. No se puede pedir compromiso absoluto cuando no se garantizan las condiciones para una vida digna.
Un maestro con estabilidad laboral enseña mejor.
Un maestro con estabilidad familiar guía con empatía.
Un maestro con estabilidad económica transforma vidas.
Un sistema que debe corregirse
La gran pregunta es inevitable:
¿Debe USICAMM seguir operando con lineamientos que dañan la vida económica, emocional y familiar de los maestros? La transparencia en procesos es necesaria, pero la dignidad humana también lo es. Si el sistema continúa dejando sin maestro a los alumnos por tecnicismos, si sigue obligando a los docentes a viajar lejos de su hogar para ganar un sueldo insuficiente, entonces algo debe cambiar… y debe cambiar pronto.
Un país que exige excelencia sin garantizar justicia laboral está condenando su propio futuro educativo.
Queridos lectores, los invito a reflexionar sobre este tema. ¿Puede México aspirar a una educación de excelencia cuando la dignidad laboral del maestro no está siendo garantizada? ¡Me encantará leer sus experiencias, opiniones y reflexiones!
Con cariño a mis lectores,
La Maestra Diana Alejandro
