COMPARTIENDO OPINIONES

Antonio "A"

Escrito en OPINIÓN el

Con ese nombre apareció la noticia de una persona de 66 años que estaba en el albergue municipal que falleció hace unos días en el Hospital General.

El periódico “El Mañana” lo informo de esta manera: “Un hombre que residía en albergue municipal falleció en la soledad, dentro del Hospital General de Nuevo Laredo, al que ingresó luego de complicaciones de salud.

“La trabajadora social del hospital, en entrevista, detalló que el señor Antonio “A” ingresó a la unidad médica el 29 de septiembre por la tarde, debido al mismo padecimiento.

“Fue atendido en urgencias y posteriormente trasladado a piso, donde su salud se complicó y falleció en la soledad de su cuarto, ya que no recibió visita supuestamente y no tenía familiares.”

Tristemente noticias como estas son tan frecuentes que prácticamente ya ni les ponemos atención ante lo cotidiano que aparecen, sea en casas abandonadas o en algún tipo de estancia para que el Estado, y no las familias, sean sus acompañantes.

Fácilmente uno puede pensar que estas personas llevaron a lo mejor (o a lo peor) un tipo de vida y decisiones que los condujo a un abandono, o que, de alguna manera, ellos eligieron esta opción. Esto puede ser cierto en algunos casos. A pesar de ello, la conciencia se rebela ante este tipo de argumentos donde la frase “falleció en la soledad”, es demoledora, mostrándonos el final de una vida que nunca quisiéramos para nosotros.

Siempre me he preguntado si hacemos lo suficiente para evitarlo, o para evitarlo en otras personas que viven cerca de nosotros, o elegimos la soledad como una mejor opción, porque siempre existirán las redes sociales siempre dispuestas a acompañarnos, hasta que la realidad se haga presente y nos recuerde la soledad de la cual a veces no queremos, o a veces no sabemos qué hacer para evitarla.

“Los infiernos no son solo la condición de quien está muerto, sino también de quien vive la muerte a causa del mal y del pecado. Es también el infierno cotidiano de la soledad, de la vergüenza, del abandono, del cansancio de vivir. Cristo entra en todas estas realidades oscuras para testimoniarnos el amor del Padre. No para juzgar, sino para liberar. No para culpabilizar, sino para salvar. Lo hace sin clamor, de puntillas, como quien entra en una habitación de hospital para ofrecer consuelo y ayuda… Queridos hermanos y hermanas, si a veces nos parece que hemos tocado fondo, recordemos que ese es el lugar desde el que Dios es capaz de comenzar una nueva creación hecha de corazones perdonados”, dijo el Papa León XIV hace una semana. Es decir, el infierno más que una condena es una elección que hacemos cuando vivimos, decía Mefistófeles al Doctor Fausto en la obra de Goethe. No es necesario ser creyente para entenderlo.

Así pues, la elección es nuestra. No esperemos que nuestras decisiones acaben con la felicidad que todos queremos, pero que a veces, no estamos dispuestos a buscar. En ello, usted tiene la última palabra.

Padreleonardo.hotmail.com