AULA ABIERTA

Decir te quiero: la palabra que forja seguridad

Escrito en OPINIÓN el

Hola querida familia, amigos y lectores, les saluda su amiga, La Maestra Diana, con el corazón lleno de gratitud por acompañarme una vez más en este espacio donde hablamos de lo más importante: el amor, la educación y la familia. Hoy quiero invitarte a reflexionar sobre algo tan sencillo, pero que a veces olvidamos entre la prisa y la rutina: decir “te quiero”.

A veces creemos que nuestros hijos ya lo saben; que, con darles techo, alimento, educación o una vida digna, es suficiente para que comprendan cuánto los amamos. Pero la realidad es que los niños y adolescentes no siempre logran interpretar el amor en silencio. Ellos necesitan escucharlo, sentirlo, creerlo… porque esas palabras son el alimento de su alma, el abrazo invisible que los sostiene incluso cuando la vida se pone difícil.

Muchos padres —y lo digo con comprensión, no con juicio— no dicen “te quiero” porque a ellos tampoco se los dijeron. Crecieron en hogares donde el amor se demostraba trabajando duro, con disciplina o con sacrificio, pero no con palabras. Otros están tan abrumados por el cansancio, las deudas o la rutina, que simplemente no encuentran el momento ni la forma de expresarlo. Y hay quienes temen parecer débiles si muestran ternura, sin saber que decir “te quiero” es una muestra de fortaleza emocional y amor maduro.

Sin embargo, cuando esas palabras no llegan, los hijos crecen buscando afuera la validación que no encontraron en casa. En la escuela lo vemos reflejado todos los días: el alumno inseguro que teme participar, la adolescente que duda de su valor, el joven que busca aprobación en amistades dañinas o en redes sociales.

No es falta de amor, es falta de palabras. El “te quiero” que no se dice, se convierte en la carencia que más pesa.

Y aunque el amor también se demuestra con actos, las palabras tienen el poder de sanar, de fortalecer y de construir identidad. No basta con que los hijos “lo sepan”; necesitan escucharlo para creerlo. Porque cada “te quiero” les recuerda que pertenecen, que valen, que son importantes y que tienen un lugar en el corazón de sus padres.

Decir “te quiero” no cuesta nada, pero vale una vida entera. Cambia miradas, suaviza corazones, repara heridas y devuelve la confianza. Tal vez tus hijos no lo pidan, pero créame: lo necesitan más de lo que imagina.

Dígaselo, aunque crea que ya es tarde, aunque ya sean adolescentes, aunque ya no vivan con usted. Nunca es tarde para decir lo que el alma guarda.

Así que hoy, querido lector, haz una pausa. Mira a tu hijo, a tu hija… y díselo. No con prisa, no como costumbre, sino con todo el amor que llevas dentro. Dile: “Te quiero, hijo. Eres lo mejor que me ha pasado.”

Y verás cómo esas palabras, simples y profundas, pueden cambiar su día… y quizás, toda su vida.

Recordemos siempre que la seguridad emocional de nuestros hijos se construye con amor, con presencia y con palabras que abracen el corazón.

Queridos lectores, los invito a reflexionar:

¿Hace cuánto no le dices “te quiero” a tus hijos?

¿Y si hoy fuera ese día perfecto para hacerlo?

Con cariño y desde el corazón,

La Maestra Diana Alejandro

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