PASADIZO SECRETO

Las risas de la política mexicana

Escrito en OPINIÓN el

Al menos en México los políticos siempre han estado en el ojo crítico ciudadano, unos porque hicieron esto, otros porque no lo llevaron a cabo, algunos porque se le “cachó” con un nuevo amor estando casados, burlas de hasta cómo ridículamente se vistió, “detalles” de antes que generaban las risas de la política a la mexicana.

La televisión era ese conducto perfecto para ver y criticar de lejecitos a este tipo de personajes; los noticieros, los documentales y hasta ese recorrido en caravana de donde los políticos no se bajaban para no mancharse el traje, eran ávidamente analizados, en familia criticados.

Pero la radio también marcaba ese espacio de interés para sus radioescuchas, pues la señora en la cocina, el señor en el taller o el de la oficina, por igual lo imaginaban, recibían y percibían de ese político, esa voz muy recta y timbrada, que adornaba su discurso con palabrerías de mucha “escuela” pero que muy poco ofrecía, por lo mismo de ese tema al final muy poco se entendía.

Por supuesto que la radio y la televisión eran para la gente de antes esos conductos perfectos para recibir en cualquier lugar sus programaciones, salpicadas y sin distinciones de esos espacios en donde los de la política con constancia hacían sus apariciones.

La prensa escrita contaba con esa más que excelsa cualidad, pues la redacción de esa noticia, de ese mal gesto o desliz del político que era capturado casi al instante y exhibido a través de esa reporteril fotografía, permitía que el lector la pudiera ver y releer una y otra vez, quizás hasta bien entenderla o forjarse de esa su muy personal y libre opinión.

Pero ese algo que en verdad le ha dado y por siempre ese “sabor” al comentario visual periodístico ha sido la caricatura, arte que con tres o cuatro “pinceladas”, despierta de inmediato la mente a cualquiera, entendiendo y con rapidez lo que se quiere ridiculizar de ese político.

Pero por supuesto que para llegar a ese nivel de critica publica, bueno es recordar aquellos grandes acontecimientos en donde muchos personajes sobre todo de la prensa escrita fueron duramente “callados” al “ofender” de una forma por demás directa al destacado funcionario, al intocable político.

Sobre esto y más que la radio o la televisión, los periódicos se han encargado y a través de las décadas sacarle esa “identidad” escondida al político, recordando de un ejemplo al periódico “Regeneración” como uno de ellos, periódico pionero que contribuyó a orientar la opinión pública ante momentos difíciles.

Por igual existieron periodistas que con sus escritos ponían a temblar a cualquier político, como aquel Daniel Cabrera, director del “Hijo del Ahuizote”, que según dice la historia, fue llevado enfermo casi en cama y por su osadía a su inevitable encarcelamiento.

Cierto es que algunos de estos personajes políticos al ser “escogidos” por el pueblo a través del voto les provoca ese sentimiento de grandeza, pero cierto es también que el “voto” no purifica ni sus pasadas malas acciones, ni sus errores o actos de ofensa.

Pero no tan solo el pueblo, la radio, la prensa o la televisión se han encargado de poner “patas” arriba al político, al constatar que la actuación de muchos de ellos y a través de las décadas han marcado no tan solo su trayectoria como funcionarios públicos, sino provocado esto a través de sus propias y erradas acciones.

Entonces el hacer un recuento de frases o dichos con lo que algo quisieron decir o hacer, genera no tan solo esa risa política, sino por igual esa certeza de que el representante del pueblo, de su historia, de la sociedad, de la cultura, del arte, del deporte y educación no tiene ni idea ni de lo que quiso decir, ni trasmitir.

“Las relaciones políticas con los Estados Unidos de Norteamérica ni nos benefician ni nos perjudican, sino todo lo contrario”: Luis Echeverría Álvarez; “El PRI es así porque así somos los mexicanos”: Carlos Salinas de Gortari; “Un político pobre, es un pobre político”: Carlos Hank González.

Como se puede apreciar, todos son partícipes de que la política en México siga a través de las décadas el mismo camino, sin esa unión, sin rumbo, sin esa idea de para que se es, al ver que se siguen provocando entre ellos mismos pleitos, dichos mal dichos, dimes y diretes, ofreciéndole al pueblo ese eterno espectáculo a lo que dicen, dejar de hacer o hacen; pero quizás y como una forma para remediar esto exista tan solo un camino aunque chusco parezca: “O es político el ciudadano, o es ciudadano”.