AULA ABIERTA

La escuela te extraña… ¿o los padres se olvidaron de su responsabilidad?

Hola querida familia, amigos y lectores, les saluda su amiga, la Maestra Diana.

Escrito en OPINIÓN el

Hace unos días se anunció con gran entusiasmo el programa “La escuela te extraña”, impulsado por la Secretaría de Educación, con el propósito de que las escuelas y los docentes salgan a buscar a los alumnos que han dejado de asistir a clases. La intención puede sonar noble, pero el fondo de esta iniciativa merece una reflexión profunda.

¿De quién es realmente la obligación?

En México, la Ley General de Educación, en su Artículo 131, fracción I, establece claramente que es obligación de los padres, madres o tutores “hacer que sus hijas, hijos o pupilos asistan puntualmente a los planteles educativos”.

Entonces, ¿por qué trasladar a los maestros y a las escuelas una responsabilidad que, por ley, corresponde a los padres?

En países como Estados Unidos, cuando un niño falta reiteradamente a la escuela, las autoridades llaman a los padres para comparecer ante la corte, porque se considera una falta grave incumplir con la educación obligatoria. Allí, el Estado y los maestros cumplen su función de enseñar; los padres, la suya: llevar, cuidar y asegurar la asistencia de sus hijos.

Cuando la escuela hace lo imposible…

En cambio, en México, pareciera que cada nuevo programa busca sumar más peso a la espalda del maestro, sin atender las condiciones reales en las que trabaja.

¿Cómo se puede pedir que los docentes vayan a tocar puertas y recorrer calles, cuando muchas veces no se les garantiza ni la seguridad, ni un salario digno, ni infraestructura adecuada? Quienes proponen este tipo de programas deberían visitar las escuelas, caminar sus pasillos, mirar los techos con goteras, los salones sin ventiladores, los grupos sin maestros titulares, y escuchar las voces cansadas pero comprometidas de quienes, a pesar de todo, siguen enseñando. Solo entonces entenderían que el problema no está en que el maestro no busque al alumno, sino en que el sistema educativo ha dejado de respaldar verdaderamente a quienes sostienen la educación.

Cuando sí asisten… pero solo por las becas.-

Y aún hay otro contraste que no debe pasar inadvertido. Cuando se convoca a reuniones escolares o talleres de formación, muchos padres no asisten o simplemente no muestran interés. Sin embargo, cuando se anuncian becas, apoyos o entregas de uniformes, aparecen padres que incluso los docentes no habían visto antes. ¿Dónde queda entonces la responsabilidad compartida? ¿Por qué esperar a que la escuela “extrañe” al alumno, si el hogar debería ser el primer espacio que se preocupe por su asistencia y aprendizaje?

Las leyes que sí se aplican… y las que no.-

Resulta irónico que mientras la Secretaría exige a las escuelas cumplir con proyectos como este, otras leyes realmente importantes se aplican con rigidez solo cuando conviene. Por ejemplo, la USICAMM, una ley que se ha vuelto un laberinto burocrático se aplica con precisión cuando se trata de evaluaciones, promociones o limitaciones, pero no cuando se trata de garantizar el derecho a la educación, consagrado en el Artículo 3° Constitucional. La misma Secretaría que promueve el programa “La escuela te extraña” no cumple con la obligación de asegurar el 100% de cobertura docente en todas las escuelas del país. Existen grupos que llevan meses -incluso años- sin maestros titulares, afectando directamente el aprendizaje de los alumnos y violando su derecho constitucional a recibir educación de calidad. Entonces, ¿con qué autoridad moral se puede pedir a los docentes que salgan a buscar alumnos, cuando el propio sistema no cumple con lo que la Constitución manda?

Dejemos trabajar al maestro.-

Los maestros ya son mucho más de lo que su salario reconoce: psicólogos, enfermeros, mediadores, consejeros, secretarios, conserjes, vigilantes y ahora también buscadores de alumnos. Pero su verdadera función, aquella para la que fueron formados y por la que merecen respeto, es enseñar. Dejemos que lo hagan. Que el aula sea su espacio de trabajo, no la calle; que su misión siga siendo formar, no perseguir. Queridos lectores, los invito a reflexionar:

Si la escuela “extraña” a sus alumnos, quizá sea porque la familia ha olvidado cuánto los necesita la escuela… y cuánto necesitan ellos a la escuela. Educar es tarea de todos, pero la primera responsabilidad siempre comienza en casa.

¿Qué opinan ustedes, queridos lectores? ¿Creen que los maestros deben salir a buscar a los alumnos, o que es momento de exigir a los padres cumplir con su deber? Los leo con atención y respeto; sus opiniones enriquecen este diálogo educativo.

Con cariño a mis lectores,

La Maestra Diana Alejandro