COMPARTIENDO OPINIONES

‘Quisimos ayudarlo, pero no quiso’

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Con estas palabras empieza el encabezado del artículo que nos habla de la tragedia que pudo haberse evitado el pasado sábado por la noche. Según la entrevista, el chofer de este vehículo que, peligrosamente desafiaba la corriente ocasionada por la tormenta, considero más importante poner su vida en riesgo que perder su vehículo.

Es claro que no es la primera persona, ni la última, que incurrirá en un suceso como este, en ea cual, de manera temeraria, arriesgamos nuestra vida para salvar aquello que siempre será recuperable. Pero, más allá de los males físicos, muchos de nosotros, con la misma temeridad, ponemos en riesgo nuestra salud mental, nuestras familias y nuestro futuro, por decisiones que la sensatez no aprueba. Muchos suelen llamarlo “aprovechar la vida” y otros “necedad”. Y, sólo hasta que ocurre lo inevitable, es cuando, al parecer, regresa la inteligencia.

En la visita la semana pasada a Timor, el Papa dijo a los jóvenes un mensaje que hay que tomar en cuenta sobre el rumbo que llevamos en nuestras vidas:

“¿Pero saben ustedes qué es lo que a un joven lo tira abajo? Los vicios. Estén atentos, porque vienen aquellos que se llaman vendedores de felicidad y te venden la droga, te venden tantas cosas que te dan felicidad por media hora, nada más. Ustedes conocen esto mejor que yo. Ustedes conocen mejor que yo esta situación. Yo les deseo que sigan adelante con la alegría de la juventud. Pero, no se olviden de una cosa, que ustedes son herederos de aquellos que los precedieron fundando esta nación. Por eso, no pierdan la memoria. La memoria de aquellos que los precedieron y con tanto sacrificio consolidaron esta nación.

“Un joven tiene que soñar. Y, ¿cómo se hace para soñar? ¿Se bebe alcohol? No, si haces eso vas a tener pesadillas. Los invito a soñar, a soñar cosas grandes. Un joven que no sueña es un jubilado de la vida. Y alguno de estos jóvenes, alguno de entre ustedes, ¿es un jubilado? Los jóvenes tienen que hacer lío, para mostrar la vida que tienen. Pero un joven normalmente se encuentra en medio del camino de la vida. Entre los niños chicos y los mayores. Y ustedes, ¿saben cuál es una de las riquezas más lindas que tiene una sociedad? Son los ancianos, los abuelos. Ustedes jóvenes [son una riqueza] y la otra punta son los ancianos, pero son los abuelos los que les dan sabiduría a los jóvenes. Ustedes, ¿respetan a los ancianos?. Los ancianos nos preceden siempre en la historia, a nosotros los jóvenes. Los ancianos son un tesoro. Los dos tesoros de un pueblo son los niños y los ancianos. ¿Entendido? Por eso, una sociedad que tiene tantos niños tiene que cuidarlos. Y [una sociedad] que tiene tantos ancianos tiene que respetarlos y cuidarlos”.

En otra etapa de su viaje, en Singapur, también dijo lo siguiente: “Y quisiera recordar también el papel que desempeña la familia, el primer lugar donde cada uno aprende a relacionarse con los demás, a ser amado y a amar. En las condiciones sociales actuales, los cimientos sobre los que se asientan las familias se ponen en discusión y corren el riesgo de quedar debilitados. Es necesario que se establezcan las condiciones para que las familias puedan transmitir los valores que dan sentido y forma a la vida, y enseñar a los jóvenes a entablar relaciones sólidas y sanas. Por ello, alabo los esfuerzos realizados con el fin de promover, proteger y sostener la unidad familiar a través de la intervención de las diferentes instituciones”.

No perdamos lo más por lo menos. Es de sabios ayudar y dejarse ayudar. Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.

padreleonardo@hotmail.com