“La vida no se mide por las veces que respiras sino por los momentos que te dejan sin aliento”.
Es una frase que acuñó Maya Angelou, de esos seres humanos que pueden llamarse fuera de serie.
Y hoy es uno de esos días en que me he quedado sin aliento, con el corazón rasgado por la tristeza, por el dolor. No sé si Maya Angelou tenga otras razones, pero esta vez su filosofía no aplica, especialmente porque es una muy mala noticia la que me ha hecho que falte la respiración, que sienta que el alma se desprende del cuerpo, que sea presa de la desperanza: Un gran amigo, otro más, se ha ido.
A Daniel Sandoval todo mundo lo conocíamos como “Dany Boy” y era como sinónimo de alegría, de música, de canto, de sonrisa, abrazo y apretón de manos. Era voz, cuerda, ritmo, presto siempre a ayudar, presto siempre a ofrecer una palabra de aliento.
Poco sé de su desenlace. Noticias van y vienen. No importa… lo que importa es que “Dany Boy” ya no será alegría, música, canto, sonrisa, abrazo y apretón de manos. Ya no será palabra de aliento.
“Qué onda mi Yorch… ¿cuándo nos vemos? Ya hace falta rasgar la guitarra o platicar cuando menos”, me dijo la última vez que nos hablamos.
“Dany Boy” siempre estuvo pendiente de todos sus amigos. Sabía de mi problema de salud y lo siguió de cerca. Llamaba o mandaba mensaje, preguntaba a los amigos mutuos, a nuestras familias.
De “Dany Boy” tengo muchas anécdotas, muchos recuerdos, muchas frases, muchos abrazos, muchos apretones y muchos “te estimo” silenciosos que se escuchaban a kilómetros.
Recuerdo su porte, su guitarra, su voz, su música. Recuerdo sus fotos, su cobertura, sus pasos dentro del periodismo, nuestro medio de vida, nuestra pasión, nuestra esperanza de hacer un mundo mejor.
Y “Dany Boy” era un idealista que pretendía ayudar a hacer un mundo mejor. Le apasionaban las noticias comunitarias, las que dieran un brillo de esperanza. Siempre las buscaba aunque a veces tropezaba con aquellas grises o muy negras.
Y entre muchos recuerdos, está su pasión por el deporte, especialmente la lucha libre. De hecho, creo que su alma encontró el camino del periodismo en esa disciplina, pues su primera gran entrevista fue la del luchador “Pierroth”.
“Siempre amable, sensible, sencillo y servicial”, le describió Alma Rosa Luján en redes sociales y tiene razón. Era todo eso y más.
“Su presencia nunca pasaba desapercibida, el entusiasmo, buen humor, su saludo alegre, su sonrisa contagiosa, su porte de artista y estilo peculiar siempre alegraban el lugar a donde llegaba. Siempre amable, siempre respetuoso, dispuesto a ayudar, siempre tan él, el tremendo ‘Dany Boy’”, publicó César Bolaños, otro gran amigo en redes sociales.
No quiero alargarme. Sé que muchos saben más de “Dany Boy” que lo que yo sé. Además, la vida nos apartó un poco, el trabajo, el competir por la mejor noticia nos distanció un poco, pero aún lejos, siempre estuvo cerca de una u otra manera.
Lo que sí quiero decir es que la vida nos ha dado duros golpes, duras lecciones y esta es una de ellas.
Seamos conscientes: La vida es apenas un suspiro. Hagamos lo que siempre hizo “Dany Boy”, ser alegría, música, canto, sonrisa, abrazo y apretón de manos, dador de esperanza.
A este dolor que desgarra el alma, mis compañeros de El Mañana que de una u otra forma fueron tocados por la mano de “Dany Boy” se unen con tristeza, con desolación. Siempre fue un maravilloso compañero y a su paso por este hogar de muchos dejó recuerdos imborrables.
¡Hasta luego mi “Dany Boy” y que la eternidad te siente bien, que el camino sea más fácil que acá entre nosotros y que encuentres a todos tus seres amados que ya caminan en ese sendero! ¡Fuerte abrazo!