Antes de la prensa escrita, fue la imprenta. Se tienen referencias de la xilografía como antecedente de la tipografía. Mientras que la xilografía (plancha de madera tallada y entintada sobre la que se pasa un papel presionado con rodillo) fue más adecuada para las ilustraciones o grabados, la tipografía (o tipos móviles individuales de las letras) fueron definitivos para la impresión de los primeros libros y periódicos.
Entre 1041 y 1048 se inventó en China el primer sistema de imprenta con tipos móviles, empleando piezas de porcelana en las que se tallaban los caracteres. Cabe mencionar que la cultura china ya utilizaba la hoja de papel, ese trascendental invento del año 105 D.C. realizado por Tsâi Lun, miembro de la corte imperial.
En 1234, en la actual Corea, los artesanos que ya conocían la imprenta china, crearon los tipos móviles de metal, práctica que se anticipó a la imprenta de Gutenberg en 1453, considerada la primera como herramienta industrial.
En Europa, se registra el primer periódico impreso: una hoja de noticias nacida en Viena en 1529. En la ciudad alemana de Colonia surgió en 1580 el Mercurius Gallobelicus, considerado el primer periódico con formato representativo. Y la primera publicación con periodicidad continua fue el Nieuwe Tijdinghen, de Amberes, Bélgica, en 1605.
Los talleres de los periódicos albergaban las máquinas de linotipia, la rotativa, la prensa. Los linotipos escribían los caracteres sobre una barrita de metal, que pasaba a una caja para formar las columnas (mientras se acostumbraron las ocho tradicionales), y los obreros las leían de cabeza. Luego se entintaba y con el rodillo se presionaba sobre un papel llamado “galera” que se enviaba a la sala de redacción, donde se revisaba el estilo y se hacían correcciones. Para enmendar algún error, con una pinza se sacaba de la caja la letra o las letras equivocadas y ya corregido, pasaba a la rotativa. Los lingotes de metal usados se fundían después en la prensa, para que pudieran servir nuevamente.
Fueron otros tiempos, técnica utilizada hasta los años 70, cuando se introdujo el sistema del Offset, que tuvo como novedad evitar mancharse las manos al hojearlo. Actualmente, predomina la modernidad de la tecnología. Pero el aroma del papel nuevo mezclado con tinta, es uno de los más seductores olores de la vida. Seguramente, siendo una niña, Ninfa Deándar Martínez respiró ese ambiente en el periódico de su padre.
Los precedentes del diario actual fueron fundados y dirigidos por don Heriberto Deándar Amador: El Verbo Libre en 1924, y El Antireeleccionista en 1927, publicación que se opuso a la reelección que pretendía Emilio Portes Gil como gobernador de Tamaulipas. Hacia 1932 cambió el nombre a El Mañana, como hasta el día de hoy.
“El Periódico que va con el pueblo” ha sido combativo, combatiente y combatido. Dirigido en su momento por doña Ninfa, notable mujer tamaulipeca, logró trascender la opinión pública hasta convertir el periódico en el más importante de la región. Después de ella, han continuado su trayectoria, sus hijos Heriberto “Tico”, Ninfita, y Ramón Darío Cantú Deándar.
Es un verdadero honor formar parte de esta empresa periodística que nos acogió hace unas décadas con tanto respeto y calor humano. Nos sentimos felices de poder compartir el orgullo por los 100 años de nuestro querido diario, y auguramos que durante muchas mañanas más se continuará escuchando el pregón de los voceadores en las calles: ¡El Mañanaaa! ¡El Mañanaaa! ¡Llévese El Mañanaaa!
Mérida, marzo 2024