La proliferación de perros en la ciudad ha sido un problema social que siempre divide opiniones y genera intensos debates, respecto a la responsabilidad, pero al final, creo que debemos aceptar que se trata de un tema en el que tanto sociedad como gobierno tenemos un grado competencia y en el peor de los casos; culpa.
Este tema va de alguna manera ligado a las agresiones y otros temas sanitarios, y el debate es más intenso en este aspecto, pues si bien no se trata de satanizar a los canes, especialmente ciertas razas que tienen el estigma de agresión, hay que comprender que es parte esencial de la problemática.
La realidad es que muchos de los canes que proliferan por las calles tienen o tenían dueños hasta hace relativamente poco, pero no se responsabilizaron como debe ser -salvo honrosas excepciones de a quienes se les escaparon sus canes que podrían haber estado bien cuidados-, mientras que por otro lado está el tema de las legislaciones en la administración estatal anterior, que si bien prohibieron los sacrificios de perros, no contemplaron medidas para evitar la reproducción desmedida de estos, y hoy se tiene un gran volumen de caninos en las calles de la ciudad, incluso la población de gatos aumentó considerablemente.
En fin, si bien es importante que continúen los programas de esterilización y otras medidas afines, esto no tendrá fin si como sociedad no ponemos de nuestra parte.