Miles de pozos huérfanos, dejados atrás por la industria del fracking, se convierten en una amenaza constante para la calidad del agua en Texas. Estos pozos, sin dueño claro y sin mantenimiento, representan no sólo un peligro para el medio ambiente, sino también un reflejo de la falta de recursos de las autoridades para enfrentar el problema.
De acuerdo con una investigación del Texas Tribune, la Comisión de Ferrocarriles de Texas, encargada de regular la industria petrolera y del gas en el estado, solicitó recientemente 100 millones de dólares adicionales en financiamiento de emergencia para poder tapar los pozos que están filtrando o explotando. Esa suma representa el 44% del presupuesto total de dos años de la agencia, lo cual da una idea del tamaño de la crisis.
La petición de Danny Sorrell, director ejecutivo de la Comisión, refleja una preocupación profunda: el presupuesto de 226 millones de dólares que se había solicitado originalmente no era suficiente para proteger el agua subterránea y el medio ambiente.
Las consecuencias de dejar estos pozos sin atención pueden ser catastróficas. Los pozos huérfanos son propensos a reventar, derramando agua contaminada sobre la tierra circundante. Y si añadimos la práctica común de la industria de inyectar agua residual de fracking, conocida como “agua producida”, en formaciones de roca bajo tierra, el problema se agrava.
Desde octubre del año pasado, detalla el periodista Carlos Nogueras Ramos, del citado medio, al menos ocho pozos han filtrado y estallado, según Sarah Stogner, abogada especializada en la industria petrolera y del gas.
Stogner, que ha seguido el rastro de estos pozos durante años, advierte que la situación está empeorando. Aunque la Comisión intenta responder inmediatamente a las emergencias, la falta de recursos ha hecho que cada vez se tapen menos pozos que no son considerados de emergencia.
R.J. DeSilva, portavoz de la Comisión, explicó que se sigue un sistema de prioridad para determinar qué pozos se deben tapar primero. Los pozos de prioridad 1 son aquellos que representan un riesgo ambiental, de seguridad o económico, y cuando hay una fuga de agua no controlada, el personal de la agencia actúa de inmediato para taparlo. Sin embargo, Sorrell advirtió que esta estrategia no es sostenible: “Estos pozos de alta prioridad necesitan ser atendidos antes de que ellos mismos se conviertan en pozos de emergencia”.
Actualmente, en Estados Unidos hay aproximadamente 140 mil pozos huérfanos, y más de 9 mil de ellos están en Texas, según la Comisión Interestatal de Petróleo y Gas. Estos son pozos abandonados e inactivos durante al menos 12 meses y que no tienen un propietario claro. La falta de responsabilidad y el abandono de estas infraestructuras es lo que pone en riesgo el agua del estado y sus alrededores.
Los pozos huérfanos son una bomba de tiempo, y cada vez es más evidente que la Comisión necesita recursos suficientes para evitar desastres mayores. Es una cuestión de seguridad pública, de protección ambiental y, sobre todo, de garantizar que los recursos naturales de Texas no sean sacrificados por la falta de acción oportuna. Los legisladores tienen la oportunidad de cambiar el rumbo, asignando los fondos necesarios para enfrentar este problema antes de que sea demasiado tarde.
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