Ayer desde temprana hora, cientos de personas esperaron junto a las puertas de las principales tiendas de Laredo, especialmente las que dedican gran parte de su catálogo a los aparatos electrónicos, para aprovechar algunas de las ofertas del muy sonado Viernes Negro o Black Friday.
Es cierto que ya no es como hace unos cinco o 10 años, antes de que las ventas en línea -que ya existían- acapararan tanto el mercado como hoy en día, en que el “Cyber Monday” se vuelve todo un fenómeno.
Todos recordamos esos años en los que incluso desde semanas antes, algunos acampaban junto a las tiendas para asegurar uno de los primeros lugares en las filas para las primeras ofertas; tampoco podemos olvidar esas imágenes de la gente peleando por una televisión o aquellas estampidas al abrir las puertas de las tiendas en un Black Friday.
Hoy no es tan así, sin embargo, las tiendas se siguen preparando con un inventario adicional para ese día, especialmente con pantallas y, aunque la gente ya no compra sólo por la mañana, sino durante todo el día, incluso el fin de semana, aún queda algo muy rescatable de ese fenómeno de ofertas.
Obviamente, en México se buscó hacerle frente a esa fuga de capitales con el Buen Fin y aunque al principio sufría fuertes comparaciones en las que la versión mexicana no resultaba tan favorecida, poco a poco se fue aceptando y de alguna manera cumpliendo el propósito para el que fue creado, logrando que un numeroso segmento que en otras circunstancias hubiera acudido a Estados Unidos a comprar -por ejemplo- una pantalla o algún otro electrodoméstico, terminara consumiendo local, claro, mayormente por las facilidades de pago que brindan las tiendas hoy en día a los tarjetahabientes.