Un grupo político de oposición suele ser un contrapeso importante en un Congreso o Cabildo siempre y cuando sea objetivo y no solo que se incline a una encomienda de obstaculizar y a objetar todo por defecto, sin argumentos sólidos y sobre todo, cuando carecen de toda calidad moral para hacer críticas a un gobierno actual si ya estuvieron en el poder con un mal desempeño.
Ayer, en sesión de Cabildo vimos un episodio, que por cierto no es el primero y parece que tampoco será el último, en el que un personaje como Félix “El Moyo” García, argumentaba que las cosas se hacían bien en tiempos de Francisco García Cabeza de Vaca, a quien parece citar con mucha añoranza, esto a pesar de que sigue prácticamente en calidad de fugitivo, tanto así que a éste último le fue negada en tiempos de electorales su pretensión de blindarse de nuevo con una diputación federal plurinominal, cuya candidatura claramente había comprado, pues desde hace tiempo incluso entre los azules está apestado, claro, sólo lo defienden quienes fueron sus serviles secuaces.
Regresando al tema de las críticas, hay que recordar la frase que señala que “para tener la lengua larga, hay que tener la cola corta”, pues sin duda toda declaración podría ser contrastada con su historial.
Algún partido, candidato o funcionario que no tiene un historial negativo, ya sea porque recién llegó al poder o nunca ha llegado, tendrá críticas muy válidas porque se le otorga el beneficio de la duda al no haber tenido algún desempeño negativo, pero en caso contrario, cuando alguien -por ejemplo- de la administración de Rivas o Cabeza de Vaca, cuyos gobiernos tuvieron cinco y seis años, respectivamente, para demostrar sus capacidades, pero fueron nefastos en todos los sentidos; entonces carecen de esa calidad moral para hacer señalamientos en un tono de salvador social.
Ayer escuchábamos a “El Moyo” hablando de socavones y deberes gubernamentales, con una graciosa ironía, argumentando además que él no podía “hablar de administraciones pasadas”, claro, porque no le convenía.