SELVA URBANA

Empecemos por nosotros

Escrito en OPINIÓN el

Todos tenemos otros datos, pero todos nos hacemos patos; lo decimos por lo bajito, en cuadro chico, de acá entre nos, pero hasta ahí, “sin hacer olas” ni levantar mucho polvo. ¡Ah! pero eso sí, demandamos que todo cambie, pero ni nosotros cambiamos para bien.

¿Qué mosca nos picó? Hablamos de los tópicos de violencia, como entre muchos, están los casos Debanhi, Melanie o Jimena (Nuevo León, Tamaulipas y Coahuila). Feminicidios, inseguridad, violencia desmedida, cosas de justicia (o injusticia) y de todo ese negativo y pésimo flagelo que a México lo tiene abatido y temblando, doblado. Sí doblado, pero sin hacer nada, a 130 millones de buenos no se nos mueve a hacer nada.

Escuchamos a diputados y senadores de este o de aquel partido, a aquel gobernador rojo, verde, naranja, guindo o azul, ni se diga de los presidentes municipales que son los directos enterados de lo que sucede, testigos de primera mano en cada pueblo o comunidad.

Sea en el ejido, en la sierra, en el mar, en la urbe, en el campo, en el sur, en el norte, todos saben, pero también todos se hacen como que la Virgen les habla.

PRIMERO CADA CIUDADANO

México no va a salir del atolladero si no se empieza de abajo, podrán hacerse nuevas secretarías, crear nuevos articulados, reforzar las leyes, modificar los procedimientos, cambiar la Carta Magna, recrudecer los castigos, lo que usted guste y mande, poner a unos u otros, experimentar, pero nada va a ocurrir si usted y yo, no cambiamos.

Porque esto se debe empezar de abajo para arriba.

Si todos y cada uno actuamos de dientes para fuera, porque los compromisos de unos y de otros (hablamos de los nombres, no de los cargos, ni de las instituciones) les prohíben accionar, entonces no ocurrirá nada, no se hará ni ¡Maldita sea la cosa!

Nada va a salir bien, si el munícipe no le dice al estatal y éste al federal, sobre cómo está el abarrote. No habrá Super Secretario de Seguridad, ni El Soldado Top Gun, ni el Robocop, mucho menos El Héroe Desconocido, que solucione nada, si es que no entendemos que se empieza desde abajo.

Legisladores, ministros, jueces, colegios, asociaciones, todos opinan, todos condenan, todos señalan, pero todos se hacen patos y nadan de muertitos a la hora de hacer valer lo que saben ¡y bien que saben!

Por más reformas judiciales, nuevos agregados a los artículos constitucionales, endurecimiento de penas, manosear códigos penales federal o de cada entidad, no servirán de nada. Nada, absolutamente nada surtirá efecto, si no hay lo que se necesita: ¡testosterona!

Pero esta debe de ir acompañada del proceder de la gente, del cambiar del ciudadano, que para hacer bien las cosas, el pueblo debe ejemplificar, dar ese primer paso de buen comportamiento. En realidad, queremos los 130 millones de mexicanos que por arte de magia se hagan las cosas, que todo surja de arriba para abajo pero ¿Y nada hay que poner en sentido contrario, es decir, de acá para allá, de abajo para arriba?

Este país no va tener ningún cambio para bien si no cambiamos todos, desde el ciudadano, el cristiano de a pie, el decente, el noble que últimamente solo ha imitado lo malo de los otros. Así no se puede avanzar, la ciudad, el estado, el país no volverá a ser lo que todos soñamos (guajiramente), no regresaremos a lo que era la nación en la segunda mitad del siglo pasado, décadas las cuales los que hoy estamos vivos las recordamos, donde todos éramos felices, pero no lo sabíamos.

Crearán nuevos jueces electos por el pueblo y no designados por padrinos, incluso cambiar la forma de elegir a los fiscales carnales (como los de Tamaulipas que solo sirvieron para proteger al pillo de “El Chompa de Res”), pero no servirá de nada si el pueblo no cambia y obliga con su ejemplo a lo demás actores a hacer lo propio

Que hoy las cárceles no estén llenas de inocentes, ni tampoco de culpables que no han sido condenados o que a propósito no se les haga nada, para de repente soltarles. Que la justicia ni se doble, ni se venza, ¡ni se venda!.

No queremos jueces, magistrados y ministros viviendo como Pashás, ni amazando riqueza en lo individual y en lo grupal (fideicomisos de miles de millones de pesos, para repartirse). Lo que los mexicanos queremos es que se acaben los abusos y las injusticias, la corrupción y la impunidad. Con eso cambia el país, pero México no va a cambiar si no cambiamos primero todos. Y todos es todos.

Este viernes fuimos testigos con la caída a nivel nacional del sistema del banco Santander (como una horda de ciudadanos molestos atacaba a los empleados de un  sucursal por la avenida Guerrero, como si los trabajadores tuvieran la culpa que no funcionasen los cajeros, ni que las secretarias de cada caja y ejecutivos de atención al cliente, pudieran servirles. ¡En quincena, día de pago!.

Mentadas de madres -literal-, ganas de agredir físicamente, maldiciones a las damas empleadas, ni qué decir a los trabajadores varones, de todo eso fuimos testigos este viernes. Comprendemos, el ciudadano es un “cerillito” está a nada de encenderse, pero ¿Por qué con la gente inocente, en contra de alguien más indefenso o vulnerable que el propio prójimo agresor?

Es el estado de las cosas en este país, desde hace muchos años, pero nadie hace nada, porque todo se tuerce, vence la maldad y nadie quiere poner nada de su parte para enderezar todo esto.

“Desearía volver a los años setenta”, es lo que escuchamos hoy a los adultos decir, pero esos abuelos parece que no hicimos nada para que nuestros hijos y nuestros nietos no sean los malitos de ahora, los maleducados, los atropelladores, los irrespetuosos, los agresores.

Claudia Sheibaum Omar García Harfush, Américo Villareal Anaya, Carmen Lilia Cantú Rosas, el Secretario de la Defensa, el de Marina, el de la FGR o quien usted diga estimado lector, todos ellos y sus subordinados, no podrán lograrlo, si algo no sucede abajo.

“Es que no nos corresponde, no podemos hacerla de Pedro porque nos va como en feria”, decimos todos. Pero si solo tenemos que hacer el bien, no portarnos tan barbajanes con el prójimo, no “dragoneárnosla” de malditos, ni “gorilear” de que yo soy más poderoso que tú ¡Nada más!

Desde abajo, sin duda que todo se ira moviendo para bien, hacia arriba, nos está llevando el carajo, pero ¿Quién diablos va a provocar el cambio que obligue o que ayude a la autoridad a hacer lo propio?

Esta condición o situación en la que vivimos, definitivamente ya es insoportable, así que hacemos algo todos o nos va a llevar Patas de Catre.

Feliz domingo para todos (para todos los buenos).