Se llegó el Buen Fin, ese evento que de alguna manera pretende competir con la fuga de capital que se daba cada año en el marco del Black Friday o Viernes Negro, antes de que las ventas en línea acaparasen gran parte del negocio.
Obviamente los comerciantes de ambos países no se iban a dejar y muchos han incorporado las ofertas a sus tiendas digitales, así que al final se ha logrado mantener esta temporada especial de ofertas cada año, aunque ya no se ve de manera presencial, como aquellos años en que cualquier tienda de cadena estadounidense que manejara aparatos electrónicos, tenía una larga fila incluso desde días antes, con personas que acampaban para ser los primeros en aprovechar algunas ofertas muy específicas.
Hoy esa efusividad se trasladó a los hogares e incluso los centros de trabajo, en los que de manera particular, alguien frente a una pantalla y con su tarjeta de crédito o débito lista, realiza las compras que le llegan hasta la puerta de su hogar.
Obviamente es una gran activación económica y en general pueden encontrarse buenas ofertas para asegurar algunos regalos navideños, pero también hay que ser cautelosos, primero con las falsas ofertas, que son aquellas en las que la tienda sube el precio habitual unas semanas antes para después regresarlo a su costo normal y fingir que es por el Buen Fin; y la otra precaución es la de endeudarse más alla de la capacidad de pago.
Con frecuencia nos presentan interesantes facilidades de pago que nos hacen parecer cómodo y factible de solventar, sin embargo con frecuencia esto se vuelve complicado al sumarse con los muchos otros gastos que hoy tiene cualquier persona.
Por ahora la recomendación es que si puede, apoye al comercio local y nacional a través del Buen Fin, pues es una gran activación económica, pero solo si está dentro de sus posibilidades.