Las elecciones en Estados Unidos han sido una lección inesperada. No hablo del triunfo de Trump, sino la reacción de algunos seguidores de la candidata demócrata, quienes han expresado sus reacciones de una forma, más que dramática, rayan en lo ridículo. Al principio hacían reír, pero, ahora, son para poner en duda la salud mental de muchos de ellos. Algunos se han quitado la vida y, algunas instituciones de ayuda psicológica, han incrementado el número de consulta de personas que sufren depresión por esta derrota
Entiendo perfectamente que en unas elecciones habrá un solo ganador y perdedores que entristecen a sus seguidores y que, a excepción de unos pocos que se lo toman muy a pecho, hay quienes aceptan los resultados y continúan con su vida.
Pero más importante es la tolerancia, que es más que soportar las ideas de quien no comparte nuestra manera de pensar, es la capacidad de saber trabajar a pesar de las diferencias, sin la arrogancia de los ganadores o el abatimiento de los que pierden, donde la polarización destruye lo mejor de la convivencia social
El pasado día 8, a un grupo de voluntarios a favor de personas sin hogar en Austria, el Papa dio este mensaje, en el que, más que las diferencias, apela a lo mejor del ser humano:
“Gracias por venir. Vienen de países muy diferentes, pertenecen a distintas confesiones religiosas y cada uno de ustedes ha tenido sus propias experiencias de vida, a veces también con graves vicisitudes. Pero una cosa nos une a todos: somos hermanos y hermanas, somos hijos de un solo Padre. Esto nos une a todos. Y me complace mucho que esta realidad se concrete en su comunidad cuando se ayudan mutuamente y, en sus reuniones, comparten lo que cada uno puede ofrecer.
“Porque no es cierto que unos den y otros sólo reciban: todos somos dadores y receptores, todos nos necesitamos y estamos llamados a enriquecernos mutuamente. Y recordemos que esto no ocurre sólo a través de los dones materiales, sino también a través de ‘una sonrisa, un gesto de amistad, una mirada fraterna, una escucha sincera, un servicio gratuito’.
“Entonces es, en ese momento, hacemos lo que el Señor nos ha dicho que hagamos, que es amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Damos gracias a Dios por el don de su amor, que también nos llega a través de las buenas personas que nos rodean.
“El Señor nos ama más allá de todas las limitaciones y dificultades. Cada uno de nosotros es único a Sus ojos y Él nunca nos olvida. Intentemos siempre, como hermanos y hermanas, hacer de nuestras vidas un don para los demás.
“Gracias nuevamente por este encuentro y por todo lo que hacen juntos. Rezo por ustedes, los bendigo”.
Hasta aquí el breve mensaje del Papa. Un mensaje que cuestiona que, más allá de nuestras preferencias o maneras de pensar, debemos de dejar actuar al ser racional que, más allá de dejarse llevar por la corriente, sin cuestionar los argumentos de los que buscan imponer sus ideas con amenazas e insultos, apela a la responsabilidad y al compromiso por una sociedad mejor.
No podemos amarrar la vida a unos políticos con cuyas ideas no comulgamos, con algunas personas que, parecen renunciar a la sensatez y han caído en un fanatismo infantil, incapaz del diálogo y de aceptar los valores que defienden lo mejor de la humanidad, como la familia y el respeto.
Culpar as otros de nuestras desgracias personales no es la postura de quien se hace responsable de su vida y de su familia. Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.
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