Al acercarse el Día de los Muertos, en nuestro país, de una manera especial, recordamos a nuestros difuntos. Sin embargo, hoy tenemos que recordar a nuestros difuntos, cuando están vivos.
Y esto me pone a pensar, debido a las actitudes autodestructivas que hemos incorporado a nuestras vidas, donde, tal parece, la vida cada vez nos importa menos. Esto lo comprobamos con nuestro apego a las adicciones o a un estilo de vida que pareciera que lo superficial, se hace cada vez más atrayente.
No es un problema exclusivo de nuestro país. El preocupante aumento de suicidios ha ido creciendo año con año, hablándonos de esa incapacidad que vamos teniendo para enfrentar los retos de la vida.
Hace pocos días, en un medio de comunicación español, se publicó la siguiente investigación:
En España, la salud mental de los jóvenes se enfrenta a una grave crisis, con el suicidio convertido en la primera causa de muerte no accidental en este grupo de edad. Según un informe de la Sociedad Española de Medicina Familiar y Comunitaria, el aumento de los problemas de salud mental en adolescentes y jóvenes es alarmante, especialmente tras la pandemia, con cifras que señalan un incremento significativo de casos de ansiedad, depresión y conductas autodestructivas.
Las cifras reflejan una realidad preocupante: la falta de recursos y de apoyo especializado para atender a esta población vulnerable. El estigma asociado a los trastornos mentales, así como la falta de acceso a servicios de salud mental adecuados, contribuyen a que muchos jóvenes no reciban la ayuda necesaria a tiempo.
Los expertos en salud mental del Gabinete Multidisciplinar de la Fundación Querer destacan que “los jóvenes se enfrentan a una presión social constante, derivada en gran parte del uso excesivo de las redes sociales y las expectativas académicas, lo que impacta directamente en su bienestar emocional”. Este estrés, sumado a la falta de herramientas para gestionar sus emociones, puede llevar a episodios de ansiedad y depresión que en muchos casos derivan en conductas autodestructivas o pensamientos suicidas.
Además, subrayan que “la pandemia ha sido un catalizador para el empeoramiento de la salud mental en adolescentes, al aumentar el aislamiento social y reducir el contacto con sus grupos de apoyo, como amigos y familiares”. La falta de interacción física y el uso excesivo de dispositivos digitales han incrementado la sensación de soledad, una de las principales causas de deterioro emocional en los jóvenes.
Una de las mayores barreras para tratar la crisis de salud mental es el estigma que rodea a los trastornos psicológicos. Los expertos de la Fundación Querer afirman que “es fundamental educar a la sociedad para que comprenda que la salud mental es tan importante como la salud física, y que pedir ayuda no es una señal de debilidad, sino de valentía y autoconocimiento”.
“En lugar de procurar algunas satisfacciones superficiales y de cumplir un papel frente a los demás, lo mejor es dejar brotar preguntas decisivas: quién soy realmente, qué busco, qué sentido quiero que tengan mi vida, mis elecciones o mis acciones; por qué y para qué estoy en este mundo, cómo querré valorar mi existencia cuando llegue a su final, qué significado quisiera que tenga todo lo que vivo, quién quiero ser frente a los demás, quién soy frente a Dios. Estas preguntas me llevan a mi corazón” (Papa Francisco)
En nuestro país, el gobierno ha promovido la “línea de la vida”: 800 911 2000. Sin embargo, fuera de eso, el cuidado de la salud mental no ha sido promovido de manera correcta, cuando en no pocos países del mundo, en que el suicidio se ha convertido en la causa principal de la muerte durante la adolescencia, juventud y madurez temprana.
En su visita a Bélgica, el Papa dijo a los jóvenes:
“El estudio tiene sentido cuando busca la verdad, cuando intenta encontrarla, pero con ánimo crítico. Pero la verdad, para encontrarla, necesita de esta actitud crítica, es así que podemos avanzar. El estudio tiene sentido cuando busca la verdad, no lo olviden. Y buscándola se comprende que estamos hechos para encontrarla. La verdad se hace encontrar; es acogedora, disponible, generosa. Si renunciamos a buscar juntos la verdad, el estudio se convierte en un instrumento de poder, de control sobre los demás. Y les confieso que me entristece cuando encuentro, en cualquier parte del mundo, universidades que sólo buscan preparar a los estudiantes para lucrar o para tener poder. Es demasiado individualista, sin comunidad. La universidad, es la que nos ayuda a construir la sociedad, a crear fraternidad. No sirve el estudio sin esa unión, no sirve, sino que domina. En cambio, la verdad nos hace libres. Queridos estudiantes, ¿quieren la libertad? ¡Sean buscadores y testigos de la verdad! Tratando de ser creíbles y coherentes por medio de las decisiones cotidianas más sencillas. Y vayan adelante, vayan adelante, y no entren en las luchas de las dicotomías ideológicas, no. No lo olviden.”
Al lado de la vida, la verdadera, no la superficial y hueca. Pero en ello, usted tiene la última palabra.
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