APUNTES DESDE MI HOGAR

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EL RADIO Y LA RADIO (11).- Después del escándalo mundial que en 1938 desató la transmisión de La Guerra de los mundos, radioteatro de Orson Welles, este tipo de programas cobró popularidad.

En Nueva York, las cadenas NBC y CBS transmitieron “Guilding light”, de Irna Phillips, de enero de 1937 a junio de 1956, con duración de 15 minutos, a diario. La cadena CBS televisión la convirtió en telenovela de lunes a viernes desde 1952 hasta septiembre de 2009. Tuvo permanencia de media hora de 1968 a 1977, y de una hora, de 1977 a 2009.  Esta serie dramática está registrada en el Récord Guinness por ser la de mayor duración en la historia de los medios (73 temporadas y 15 mil 762 capítulos).

En México, la “W” fue precursora de radioteatros (obras adaptadas de la literatura, con inicio y final en el término de una hora) y de radionovelas (dramas entregados por capítulos). Se considera como primera radionovela Los tres Mosqueteros, una recreación de los hermanos Alejandro y Marco Aurelio Galindo, en 1932.

Desde entonces y hasta 1983 cuando se produjo la última radionovela, dicho género ha fascinado a los escuchas, cuya imaginación se nutre con la magia de los sonidos ambientales y los personajes que se van identificando según el registro de las voces.

Conocidos actores de teatro y los de la edad de oro del cine nacional, incursionaron en este género que brindaba popularidad inmediata porque cautivaba a un público dispuesto a reflexionar sobre aquellos temas cotidianos que concluían con una moraleja, resaltando valores. Familias completas, obreras, secretarias, estudiantes, buscaban la forma de no perder un solo capítulo.

Pero no fue sino hasta los años cuarenta cuando las radionovelas cubanas ocuparon los primeros lugares de audiencia en Latinoamérica, seguidas por las de origen mexicano. “El derecho de nacer”, de Félix B. Caignet, fue la que detonó los éxitos imparables que continuaron, como “Anita de Montemar”, “Apague la luz y escuche”, “Senda prohibida”, “La tremenda corte”, “Gutierritos”, “Porfirio Cadena ‘El ojo de vidrio’”, “Una flor en el pantano”, “Chucho el Roto”, “Kalimán”. Una de las más célebres en los años cincuenta fue “La rebelión de la juventud”, con aquellas inolvidables protagonistas Olga Lidia y Charito Armenteros.

Al igual que en Estados Unidos, donde las radionovelas eran llamadas “soap opera” porque eran patrocinadas por fábricas de jabones, en México los anunciantes fueron el detergente para ropa Fab (siga los tres movimientos de Fab: remoje, exprima y tienda) y los jabones de tocador LUX y Palmolive, cuyos envoltorios contenían fotos de los rostros más bellos del mundo, como María Félix, Gina Lollobrígida, Marilyn Monroe y Elizabeth Taylor, entre otras.

En Radio Educación, cumpliendo con su programa de acercamiento y difusión histórica, se presentaron las radionovelas “1917. México, Revolución y Constitución”,  “Emiliano Zapata Salazar. El caudillo del agrarismo” y “Francisco Villa, el revolucionario del pueblo”.

En el campo de la literatura, se adaptaron “La odisea”, de Homero; “Las latallas en el desierto”, de José Emilio Pacheco, “El llano en llamas”, de Juan Rulfo; “Grandes esperanzas”, en homenaje al bicentenario de Charles Dickens; “La tía Julia y el escribidor”, de Mario Vargas Llosa; “La casa que arde de noche”, de Ricardo Garibay, y como un homenaje especial de Radio Educación a Gabriel Vargas, se dedicaron treinta episodios a “La familia Burrón”.

Estas dramatizaciones, tanto las comerciales como las educativas, fueron sumamente exitosas. Las aglomeraciones en la calle para poder entrar al teatro-estudio a presenciar las transmisiones en vivo, se volvieron habituales hasta que, gracias a las cintas magnéticas, las radionovelas se comenzaron a grabar en cabinas, sin presencia del público.