Esta semana varios titulares de las fuerzas vivas de Nuevo Laredo alzaron la voz en contra de los “atorones” constantes que tanto afectan el flujo en la carretera a Monterrey, y con esto se obstaculiza el traslado de mercancías y pasajeros, claro, entre estos van también pacientes que son enviados a tratarse por algún especialista.
Esta problemática lleva meses, pero en las últimas semanas ha alcanzado un punto crítico y algunos representantes de la IP ya andan sospechando que se trata hasta un boicot, con eso de que los neoleoneses desde hace tiempo traen su campañita de desprestigio contra Nuevo Laredo, echándonos la culpa de todo, hasta lo que no; ya solo faltaba que nos quisieran culpar de que si no llovía o que si llovía de más.
Entendemos que cada quien quiera llevar agua a su molino, pero hay que hacerlo con trabajo, no con sucias estrategias de desprestigio, ni mucho menos bloqueando el tráfico a Nuevo Laredo al entorpecer trabajos o con el curioso y muy repentino incremento de accidentes que generan esos enormes retrasos.
Desde hace mucho han querido empujar su aduana de Colombia y ahora su nueva carretera, pero a pesar de sus inversiones, Nuevo Laredo sigue siendo el paso natural, tanto que acapara el 36.3 porciento de las operaciones aduaneras, mientras que la única aduana de los neoleoneses apenas logra 5.6 porciento, por lo que a nivel nacional -como aduanas- se ubican en primer y sexto lugar, respectivamente; les digo estos nadamás para que dimensionen quién es quién.