DESDE LA FRONTERA

Extorsión y sus contradistintos

Escrito en OPINIÓN el

Las diferencias entre extorsión y otros términos contradistintos -es decir, tan parecidos que se pensarían sinónimos, pero sin serlo- pueden ser tenues, leves, como de restos carboníferos. Así distinguirlas:

1. Extorsión. Hay una cadencia de cadenitas en las miles de extorsiones que, en semilla oscura, nutren la informalidad e ilegalidad mexicanas. Son amenazas claras, aunque las suavice un circunloquio, como que quien se dice el único protector es el que más daño generaría; o que el extorsionador ofrezca proteger de un panorama, exagerado por él mismo, como tenebrosamente peligroso. En esencia, el extorsionador quiere decir:

— Con el dinero que me entregas te protejo de mí.

Ejemplos cercanos: En Matamoros al carretonero de la basura le piden ahora 500 pesos más cada semana. También hay quejas por nuevas extorsiones en puestitos callejeros. Incluso, la cámara de empresarios denuncia que camiones con material deben pagar una cuota al entrar a la ciudad. Nacionalmente, se dice que el municipio usa triquiñuelas contra los contribuyentes, análogas a extorsiones (H. Mauleón, El Universal, 28/2/23).

2. Cooperación. La “coperacha” parte del cinismo sedante de quien sabe que no delinque. Para quien la pide, es básico aletargar al dador del dinero, y que piense que lo entrega como voluntariamente, hasta agradecido. O sea: Pedir dinero sin pedirlo, sugerir que la cantidad la fije el oxímoron “cooperante forzoso” y aprovechar asimetrías, no un despliegue de fuerza (como sí sucede en la extorsión). Esta cooperación se beneficia de coyunturas. Por ejemplo, el cooperante paga para poder tomar un avión, que perdería si negocia. Mientras, la situación estructural es “boteo”, si pide la cooperación un grupo legitimado en el lugar (indígenas, maestros, ejidatarios). En todo caso, la imbricación en el sitio es un grosero “siempre es así”, como cuando “viene-vienes” acapulqueños resguardan cartones en las cajas eléctricas callejeras -como el acreedor sus pagarés- para colocarlos en los parabrisas (“acá estamos al pendiente para la cuidadita”).

La cooperación deja la sensación, en quienes entregamos el dinero, de que nos ocurrió por mala suerte (¿protege el goteo de un “viene-viene”, sindicalizado o no, de robos azarosos? No: Coexisten). ¡Qué confundido el beneficiado que piense que él es el orden!

3. Exacción. Es el dinero entregado cuando la obtención de información se confunde con un robo. Valga la anécdota:

A medianoche, los pasajeros de un bus matamorense se bajan en la central camionera reynosense, para conectar con otro camión al aeropuerto de Monterrey. Pero en la entrada del bus, dos individuos están interrogando:

— ¿De dónde vienen? ¿De Matamoros? Qué cuadra, qué colonia (sin pedir IFE). Yo soy de allí. A ver con qué se me cooperan.

Los matamorenses dan 500 pesos.

— Usted, ¿italiano? No, no me des eso (por el dinero que, el turista timorato, le extiende), ¿me ves pidiendo limosna? ¿Tú sabes cuánto me darían por ti si te llevo?

— ¿Son de Monterrey? Quédense acá. (Interrogatorio largo).

4. Limosna. En ella, dar es voluntario, pero el pedigüeño busca condicionar la decisión: Se muestra indefenso y apela a la compasión. A su vez, debe alentar empatía: Mostrarse insalvable (sucio, deforme, derrotado) ahuyentará al donante, seguramente por un mecanismo psicológico reactivo, de temor al contagio. Igualmente, debe sugerir que la limosna sirve o que es parte de un continuo (de ahí no mostrar un bote vacío). La limosna difiere de la propina, que, hoy en día, es una técnica de fraccionamiento de la cuenta ideada por el empresario para forzar al cliente a corresponsabilizarse del salario del trabajador. Ambas son distintas del patrocinio (propina a gran escala o “doy para que des”). El patrocinio familiar o social —padrinazgo o madrinazgo— supone que el niño patrocinado recibe “apoyos” cíclicos. Y el patrocinio político —lo explica bien la entrada del Diccionario Electoral INEP, 2006— es dádiva de cargos a los afines.

* Colegio de la Frontera Norte