Escrito en OPINIÓN el
Llegó sin avisar y dijo para presentarse:
-Soy la falsa modestia.
Yo ya la conocía. Mil veces había oído la expresión “Sin falsa modestia”, usada siempre con modestia falsa. Así que le pregunté:
-¿En qué puedo servirla?
-Diga a sus lectores que no existo -me pidió-. La modestia debe ser verdadera; de otro modo es pura simulación o fingimiento. Eso de decir “Sin falsa modestia” encubre casi siempre una inmodestia. Preferible es afirmar con sencillez el propio mérito, y mejor todavía es demostrarlo sin palabras.
Yo le ofrecí cumplir su petición. Y aquí la cumplo, pues nunca dejo de cumplir lo prometido, dicho sea sin falsa modestia.
¡Hasta mañana!...