1.- Es inconcebible que en pleno siglo XXI se puede hablar de esclavitud y peor, que esta sea de la niñez.
2.- La primera vez que supe de Iqbal Masih, fue a leer un resumen brutal de su historia. No la conocía y le daba difusión en el marco del Día Mundial contra la Esclavitud Infantil, que se conmemora el 16 de abril. No sabía el desenlace de la misma y cuando lo leí en mi transmisión cotidiana, no pude contener el llanto.
3.- Es brutal que un niño de cuatro años haya sido entregado en garantía por un préstamo de 12 dólares a una fábrica de alfombras en Pakistán. La deuda se convirtió en impagable e Iqbal quedó esclavizado durante seis largos años.
4.- Trabajaba sin descanso 12 horas al día, todos los días del año. En una reunión del Frente de Liberación del Trabajo Forzado, le dieron la palabra y compartió los hechos antes mencionados. Comentó que recibían latigazos en la espalda y la cabeza; que no se les permitía cambiar de posición en horas, ni tenían ningún descanso; que si enfermaban los colgaban de cabeza y que si intentaban escapar, los amenazaban con echarles aceite hirviendo. Confesó que tenían tanto miedo que no se atrevían a ayudarse entre ellos.
5.- La citada Federación logró su liberación cuando tenía 10 años de edad y se convirtió en un activista político contra la esclavitud infantil. Lograron cerrar empresas y abrir juicios contra esta brutalidad.
6.- Realizó una gira por algunos países del mundo donde recibió el reconocimiento por su lucha. Regresó a su pueblo. La mañana del 16 de abril de 1995, mientras manejaba su bicicleta de vuelta a casa, fue asesinado a tiros. Tenía 12 años.
7.- El expediente fácil es culpar a los padres de Iqbal; en el mejor de los casos a los empresarios voraces o a los países donde estas prácticas se desarrollan. Pero en realidad el verdadero culpable es el sistema económico capitalista que impone el lucro por sobre todas las cosas. Es conocido que grandes trasnacionales de la moda, de zapatillas, de aparatos electrónicos, de telefonía celular usan el trabajo infantil en condiciones de esclavitud.
Carlos Marx sostenía que el capitalismo ataca sus dos fuentes de riqueza: el ser humano y el planeta. A este sistema económico no le importa la vida de ningún ser humano, sea este niño o mujer, hombre o adulto mayor. Por supuesto que tampoco valora ninguna forma de vida, ni a la naturaleza.
8.- El único Dios dominante es el dinero, la acumulación material. Tenemos que cambiar el sistema económico o nada cambiará. Y como mexicanos, tenemos que empezar en México.
9.- Debemos, cuando menos, lograr erradicar todo trabajo infantil. Debemos lograr que toda la niñez vaya a la escuela y que ahí les den de desayunar, de comer, de almorzar una buena alimentación y no un remedo de alimento.
10.- Tenemos que construir una infraestructura social mínima en las comunidades para que la niñez y la juventud pueda acercarse al deporte, a la recreación, al ocio, a la diversión, al descanso y a la cultura. Tenemos que hacer realidad el sueño de Ricardo Flores Magón que decía “El pueblo tiene derecho a vivir y ser feliz”. O hacer realidad el sueño de Iqbal: “Mi sueño es acabar con el trabajo infantil para todos los niños del mundo”. Son tan justos estos sueños y tan irrealizables mientras la humanidad sea dominada por el capitalismo, es decir por la acumulación voraz y rapaz de riqueza en unas cuantas manos. Porque mientras la familia de Iqbal perdió a su hijo por 12 dólares, hay 20 personas en el mundo cuyas fortunas superan los 90 mil millones de dólares y algunas alcanzan más de 200 mil millones de dólares. Como podemos observar, este sistema es inhumano, irracional e insostenible. Para que haya un ser humano que concentre decenas de miles de millones de dólares, se necesitan millones de familias pobres y millones de niños y niñas como Iqbal. 3 mil 500 millones de seres humanos sobreviven con 5.50 dólares al día. Y la mitad de la humanidad no es responsable de la miseria a la que está condenada. Tenemos que liberar a los seres humanos de tan inicua condena: trabajar como esclavos desde la niñez hasta el último segundo de su vida, aunque legalmente, la esclavitud este abolida del mundo.