DE POLÍTICA Y COSAS PEORES

Secreto para pescar

Escrito en OPINIÓN el

Chiste machista: ¿Cuál es la mujer perfecta? La que inmediatamente después de hacer el amor se convierte en una pizza y un six de cerveza helada... Chiste feminista: ¿Cómo se llama la parte del atributo masculino que sale sobrando del hombre? Se llama hombre... Susiflor, muchacha en edad de merecer, sentía miedo del futuro. Comentaba: “Si me caso, a lo mejor me toca un marido como mi papá. Si no me caso, a lo mejor el carácter se me hace como el de mi tía Solicia. De cualquier manera estoy jodida”... La pequeña Rosilita le preguntó a su mami: “¿Qué te regaló mi papi? ¿Una bici? ¿Una moto? ¿Un caballo?”. La señora se extrañó: “¿Por qué piensas que me regaló eso?”. Explicó la pequeña: “Es que anoche oí que te dijo: ‘Ahora súbete tú, mamacita’”. (Nota: ‘woman on top’ se llama esa postura, o ‘cowgirl’)... Don Picio era muy feo. Lo digo con el mayor respeto y sin ánimo de faltar a la caridad cristiana ni a las reglas del buen trato social. Un día le reclamó a su esposa: “Me enteré de que les dices a tus amigas que te casaste conmigo por mi dinero. Bien sabes que cuando nos casamos yo era pobre”. “Es cierto -admitió la señora-. Pero alguna explicación tengo que dar”... Cerca del pueblo corría un riachuelo en el que había truchas. Don Cucoldo iba todos los días a pescar. Llevaba cañas y anzuelos de lo más moderno y caro, y aun así no pescaba ni un resfriado. En cambio llegaba el cartero del lugar, don Mercuriano, y a mano limpia sacaba del agua los peces. Le preguntó cómo le hacía, y el cartero le reveló su secreto a condición de que le prometiera no decirlo a nadie. Prometió don Cucoldo, y el tipo le contó: “Tengo una amiguita, y antes de venir al río le froto las pompas. No sé por qué, pero eso pone en mis manos una especie de vibración que atrae a las truchas. Así no tengo ningún problema para capturarlas”. Al día siguiente don Cucoldo se le acercó por atrás a su señora, que estaba lavando, y le frotó concienzudamente los dos hemisferios posteriores. Sintió ella el sobo y dijo sin volver la cabeza: “Veo que vas a pescar. ¿No tienes hoy correspondencia que repartir?”... El joven y apuesto empleado del censo interrogó a la señorita Himenia: “¿Podría decirme cuántos años tiene?”. Respondió ella con sonrisa coquetona: “30 abriles”. Volvió a inquirir el censador: “¿Podría decirme ahora cuántos eneros, febreros y marzos tiene?”... Noche de bodas. Terminado el primer trance connubial el enamorado galán cayó de espaldas en el lecho y poseído por el grato sopor que invade el cuerpo después del amor bien cumplido, sintió que lo invadía el sueño. Adormilado le preguntó a su dulcinea: “¿No vas a dormir, cielo?”. “No -replicó ella-. Mi mamá me dijo que esta noche tendré una experiencia muy hermosa, y no me la quiero perder”... Otro cuento de noche nupcial. Al empezar las acciones el novio le preguntó con acento inquisitivo a su desposada: “¿Eres virgen?”. “¡Oye! -se molestó ella-. ¿Venimos a follar o a hablar de religión?”... Sonó el celular de Babalucas. Contestó él, y supo que quien llamaba era su mujer. “¡Ah, infame! -le reclamó indignado-. Me has estado siguiendo. Si no ¿cómo supiste que estoy en este motel?”... Don Chinguetas le dijo a su esposa doña Macalota, representante de ventas: “Cada vez que sales de viaje me preocupo mucho!”. “¿Por qué? -replicó ella-. Ya sabes que termino pronto mis asuntos y que en cualquier momento puedo regresar a casa”. Masculló don Chinguetas: “Eso es precisamente lo que me preocupa”... “Ahí no. En el cuello”. Así le dijo Drácula a su hijo. Respondió el muchacho: “Eso era antes, padre. Esto otro es bastante más entretenido” (No le entendí)... FIN.

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