Tal parece que cualquier tema va a polarizar hoy en día, sin importar que favorezca incluso a quienes lo critican, y así es lo relacionado con el proyecto del tren de pasajeros que incluiría a Nuevo Laredo entre sus destinos.
En gran medida, parte de la discusión se centra en que hay quien asume que este sería lento como en los viejos tiempos y por ende, lo quieren asociar a un retroceso, cuando en el primer mundo es un medio de transporte esencial, claro, a la vanguardia.
Sin la intención de comparar, pero sí ejemplificar, vemos que en áreas metropolitanas se utiliza el tren diariamente para distancias relativamente largas en auto, como quienes viven en Nueva Jersey y trabajan en Nueva York.
Esto ocurre también en otras regiones de Estados Unidos y sobretodo en Europa, con distancias aún mayores, cubiertas de forma rápida y hasta económica, así que incorporarlo a Nuevo Laredo para conectarlo con otras regiones del interior, no sólo dinamizaría los traslados, sino que sería incluso una solución ecológica -pues ya no es de echarle carbón como los viejos tiempos- y estratégica al reducir la movilidad en automóviles.
En conclusión, el tren fue progreso cuando recién lo trajo Porfirio Díaz y lo es ahora que lo propone el presidente Andrés Manuel López Obrador, tomando en cuenta que en muchas partes del mundo funciona como el más eficiente transporte de pasajeros.