Algunos concesionarios locales pusieron el grito en el cielo ahora que el gobierno del Estado les está pidiendo cumplir con lo que son: traer en regla sus armatostes, pero se acostumbraron a que cada administración les daba por su lado y con que pagaran su cuota los dejaban andar echando humo por toda la ciudad.
Aunado a esto, los concesionarios viven con el argumento de que los neolaredenses deben aguantarse con lo que hay, pues si no circulan esos camiones viejos, no habría transporte, es decir, creen que son los únicos, cuando se pueden otorgar las concesiones a otras firmas o empresas de transporte más responsables para que lleguen a Nuevo Laredo y cumplan con lo que señala el libro.
Entenderíamos el descontento si se hablara de un incremento en los cobros a concesionarios, pero lo único que cambió es que ahora sí se les pide cumplir con lo básico, que es una reglamentación muy similar, si no es que igual, a la del resto del país; pero luego de tantos años de arreglar a billetazos las cosas, que era más barato que cumplir, ahora que les piden ser responsables ya no les gustó.
Durante todos esos años los más afectados han sido los usuarios, que al menos en los últimos 30 años si no es que más, no han podido tener acceso a un transporte público con el mínimo de calidad en cuanto a unidades en condiciones adecuadas, con una frecuencia de paso confiable, para poder trasladarse a sus centros de trabajo, escuelas, realizar compras y demás actividades en tiempo y forma.
Falta menos de una semana para que venza el plazo que se había extendido un mes para dar oportunidad a que se reportaran más de 428 unidades que debían cumplir con la revista o revisión mecánica, pero de esos, sólo 20 se han presentado y el resto se arriesga a que no les permitan circular en febrero; probablemente piensan que no pasará nada y por eso tienen tanta confianza de no acudir a que les revisen las unidades, y que éstas cumplan con los requisitos.