Apenas pasan las 9:30 de la noche del sábado. Apenas una hora antes el Sol se ocultó, mientras las calles lucían llenas de vehículos particulares. Sin embargo, los camiones urbanos prácticamente desaparecen.
En el centro de la ciudad, a esa hora, una mujer que salía de su trabajo preguntaba a un peatón: “¿Ya vio si pasó el Conalep?”
No sé, ya tengo más de 20 minutos y no ha pasado ninguno.
Al parecer a esta hora solo pasan los que van a los kilómetros.
Son pocas las opciones que tienen los usuarios.
Ya sea pedir un taxi o utilizar una aplicación por su celular, y pagar entre 60 y 150 pesos por el servicio.
En Nuevo Laredo tampoco hay camionetas colectivas, conocidas como “peseras” en otras ciudades. Aunque van apretados, el servicio suele ser rápido y económico. Pero en Nuevo Laredo tampoco esto se permite.
El otro problema, es que el servicio urbano está mal diseñado.
Si alguien está en el sur de la ciudad y necesita llegar al Poniente, debe tomar dos camiones. Para alcanzar a los dos, debe salir temprano, antes de las 8 de la noche, o corre el riesgo de quedarse a mitad de camino.
El transporte público se ha mantenido como una mafia controlada por unos pocos, pero que afecta a miles.
¿No será ya tiempo de rediseñar el servicio y abrirlo a nuevos operadores, aprovechando las tecnologías?
¿Usted que opina?