A don isidro Fabela,
estadista y jurista,
defensor de la dignidad de México
en el concierto de naciones
Uno de los actos que más me enorgullece, es haber conocido a grandes hombres constructores de la paz y la seguridad internacional. Fue el caso de don Alfonso García Robles (QEPD), de gran estatura moral, autor del Tratado de Tlatelolco y Premio Nobel de la Paz. Siendo canciller de la República aproveché para que orientara en mi tesis de la Carta Derechos y Deberes Económicos de los Estados, y otros temas como el sistema de equilibrio del poder y la ONU.
Me sugirió estudiar la obra de don Isidro Fabela, quien con el tiempo se agiganta como un defensor de México en una etapa turbulenta, que emergía de un movimiento armado, la Revolución Mexicana. Durante la Primera y la Segunda Guerra Mundial desarrolla misiones muy delicadas de obligada lectura, con especial talento tanto en Europa y América Latina. Hombre visionario, bueno, pero no ingenuo, de gran lealtad al presidente Venustiano Carranza.
En la Sociedad de las Naciones contribuye de manera fundamental en la defensa de México, advirtiendo la posible posición en el caso de que surgiera una conflagración mundial. Muy loable fue su labor ante los casos de la Guerra Civil Española, la defensa del gobierno de la república de ese país en contra del fascismo y el exilio a México. Otro capítulo sería la defensa a Etiopía ante la agresión fascista (nota 1, por Italia). También la defensa de Austria (nota 2, anexada por la Alemania nazi). Estas conductas le dieron gran prestigio a México como defensor de las causas justas.
La lectura de las obras de don Isidro son un deleite, un faro de luz que me permitió la argumentación final de mi trabajo, recogiendo temas como: no intervención, neutralidad, posición de México ante una guerra, la Doctrina Carranza contra la Doctrina Monroe. De gran valor fueron sus cartas dirigidas al presidente Lázaro Cárdenas, evangelio laico a seguir por México ante una guerra.
Actualmente contemplamos un nuevo conflicto armado, el cual es la continuación de un largo proceso que comenzó con la Paz de Westfalia, con el establecimiento de la primera estructura de organización internacional para la paz. La Primera Guerra Mundial y su final con el Tratado de Versalles, génesis del siguiente conflicto. La Segunda Guerra Mundial y el nacimiento de la Organización de las Naciones Unidas para que nunca hubiese guerras. El nacimiento del mundo bipolar y la Guerra Fría -realmente el mundo nunca ha estado en paz y será tema de mis siguientes reflexiones, México ante el Mundo (Tiempos de paz, tiempos de guerra)-.
¿Estamos ante el final del orden bipolar?, ¿El advenimiento de un nuevo sistema de equilibrio del poder entre los Estados Unidos, la Unión Europea, China y Rusia? No lo sabemos.
Para evitar la trágica catástrofe de una conflagración mundial la cual a nadie le conviene, será necesario fortalecer a la ONU, que se encuentra a la deriva y muy débil, que impulse una nueva agenda multilateral con justicia internacional.
Sería conveniente revisar la vigencia de la Carta de Derechos y Deberes Económicos de los Estados, la cual, fue una aportación del Estado mexicano, que propuso bases sólidas con compromisos para la paz entre países débiles y poderosos, aprobada por la Asamblea General de la ONU el 12 de diciembre de 1974, en aquellos momentos de peligro.
Se equivocan aquellos agoreros del desastre, politólogos de café, de pipa y mecedora, quienes piensan que México va a aplaudir una atrocidad unilateral contra un país indefenso miembro de la ONU, México siempre está al lado de la historia.
El Estado mexicano desde su origen como República soberana rompió cadenas, ha sido un luchador por la paz, en contra de la violencia, la cual sólo favorece a las potencias. Se ha inspirado en la solución pacífica de las controversias, “ENTRE LOS INDIVIDUOS, COMO ENTRE LAS NACIONES, EL RESPETO AL DERECHO AJENO ES LA PAZ” (B. Juárez).