De entre los muchos problemas que heredó Cabeza de Vaca, hay dos (que verá en estas páginas) que todos los días los vemos sí o sí; el transporte público “carcachiento” y la proliferación de perritos como si fueran gremlins, pero como dice un compa que es carnicero y otro que es yonquero: vámonos por partes.
En el tema del transporte público, el nuevo delegado nos dijo claramente que el gobierno anterior y los que le antecedieron también, pero más el de Cabeza de Vaca, chifló bastantito a los concesionarios, que por cierto son dos los que concentran el 80 por ciento del “business” en la ciudad, así que los dejaban hacer lo que quisieran, desde cambiar rutas sin consentimiento, hasta circular con unidades que salían en Los Picapiedra.
Es curioso, pero lo del transporte público no sólo afecta a los usuarios sino a todos los que circulen por las calles, pues al final nos andamos fumando el humo de aceite quemado que avientan los camiones mientras van “guerrereando” o sacarle la vuelta a los armatostes que se quedan en el camino.
Ahora, en el caso de los perritos, todo se remonta al 2016, prácticamente el inicio de ese oscuro periodo llamado “el sexenio de Cabeza de Vaca”, cuando por ser “animalistas” dijeron que ya no se sacrificarían perros, lo que en teoría está bien, pues se les asesinaba de forma bien cruel, pero no se trataba sólo de no matar mascotas, sino de hacer campañas masivas de esterilización y/o de responsabilizar a los desentendidos dueños, cosas que no hicieron.
Ambas problemáticas tienen que ver con las omisiones de Cabecita de Vaca, pero bueno, cada quién. Hasta aquí la dejamos por hoy, nos leemos la otra semana, se despide su amigo El Reporteronte… del monte.