Inminente recesión mundial.
El riesgo de una recesión mundial en 2023 aumenta en medio de alzas simultáneas de las tasas de interés de los bancos centrales alrededor del planeta.
Si bien la economía no es una ciencia exacta que permita una predicción sin “sine qua non”. Si podemos extrapolar, en base tanto a los indicadores globales como a los indicadores macro y microeconómicos, cada vez con mayor probabilidad, una inminente recesión mundial.
A la luz de que las principales economías abruptamente se desaceleran.
Y por otro lado el flagelo de la inflación amenaza a todas las principales economías del mundo.
Uno puede deducir que para el 2023 la recesión mundial es cada vez más inminente.
Este fenómeno mundial de estancamiento se debe entre otros factores a la propia desaceleración de la economía estadounidense, el estancamiento de la economía China, la de la India aunado a la de la propia Unión Europea.
Así como también entre otros factores a los efectos negativos de la guerra de Rusia con Ucrania. Y el descarrilamiento de la articulación de las cadenas de valor globales tales como la automotriz, producto de la escasez mundial del suministro de partes y componentes como los famosos chips, mismos que durante la pandemia tuvieron usos alternos, como los inherentes al equipo médico.
Así como otro ya añejo factor en la coyuntura actual es la guerra comercial entre China y los Estados Unidos.
Ante esta situación, se destaca la necesidad de aplicar políticas para frenar la inflación sin agravar el riesgo de recesión.
En paralelo a que los bancos centrales de todo el mundo aumentan simultáneamente las tasas de interés para responder a la inflación, se evidencia el irrefutable hecho que el mundo está avanzando a pasos agigantados hacia una recesión mundial en 2023 y una consecuente serie de crisis financieras en los mercados emergentes y las economías en desarrollo de la cual México no está exento, a pesar del excelente manejo macroeconómico del Gobierno de Mexico y la gran responsabilidad que éste ha mostrado en cuanto el buen manejo de las finanzas públicas, la austeridad republicana así como los ahoros derivados del combate a la inflación sin precedentes.
Es en base a lo anterior que podemos concluir racionalmente que el riesgo de una recesión mundial en 2023 aumenta en medio de alzas simultáneas de las tasas de interés, y por lo tanto aumente la probabilidad de que nuestro muy querido país experimente una crisis adicional, misma que aunada a la crisis ocasionada por la pandemia causaría sin duda daños duraderos.
De esto existe un cúmulo de estudios que concluyen lo anterior entre otros análisis realizados en el tema por instituciones como el Banco Mundial, la OECD, el Foro Económico de Davos, incluyendo el Banco Interamericano de Desarrollo y la propia CEPAL etc.
Si de por si en México históricamente hemos desdeñado los aspectos de la promoción económica y del aprovechamiento de las oportunidades que nos brindan factores como los 14 tratados de libre comercio y de complementación económica, y la Secretaría de Economía se ha visto lenta e inefectiva en el periodo neoliberal en materia del aprovechamiento de los mencionados acuerdos comerciales.
Así como también nos hemos visto lentos en el llevar a cabo programas de desarrollo de proveedores e incluso como también el “elefante reumático” no ha reaccionado oportunamente en materia de organizar e incentivar a las MiPymes para insertarlas directa o indirectamente en el proceso de exportación, y en el proceso de surtir el mercado interno como un mecanismo de sustitución inteligente de importaciones.
Y tampoco hemos incursionado en una cruzada nacional de aumentar el valor agregado al comercio internacional, y han sido nulos los muy escasos esfuerzos por incrementar el contenido nacional de las exportaciones y abaratar las importaciones evitando los procesos de logística en el extranjero que encarecen abultadamente las importaciones. Muchas de ellas de primordial e incuestionable importancia para el sustento diario de la población.
Hoy todo este tipo de políticas públicas aunadas al riguroso seguimiento de una agenda de competitividad y la tan añorada y a la vez ausente política industrial, de manera dolosa y apartada a lo largo y ancho del periodo neoliberal. Desmantelando las cadenas de valor nacionales y su consecuente desgastamiento fatal de nuestra propia planta productiva nacional.