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Hernán Cortés, ¿genio militar?

Escrito en OPINIÓN el

La historia tradicional de occidente llama “genio militar” a conquistadores como Alejandro, César o Napoleón; a generales invencibles como Winfield Scott o Álvaro Obregón; o a caudillos que dejaron su impronta en las circunstancias más adversas, como Aníbal o Rommel.
Estos personajes tienen en común la capacidad de mando y organización. Estudian y analizan todos los factores de una campaña y una batalla antes de emprenderla y, en el campo, reaccionan con rapidez ante los imprevistos y las acciones del enemigo. Se ganan el respeto, confianza y cariño de sus soldados y seleccionan a los mejores lugartenientes para los más difíciles y precisos encargos. Ganan casi todas la campañas y batallas y minimizan las pérdidas en las derrotas. Para muchos, Hernán Cortés está en la lista de los genios militares. ¿Por qué no revisamos sus resultados en el campo de batalla?
1. Dejando de lado la dudosa batalla de Centla, que no se puede explicar, Cortés empieza sus campañas cuando entra a Tlaxcala al frente de unos 400 españoles y 10 mil totonacas. Libró cuatro batallas en el terreno que eligió Xicohténcatl Axayacatzin para disminuir al máximo el efecto de los muy pocos caballos y armas de fuego. Tras la tercera batalla, los españoles quedaron sitiados en un pueblo abandonado en lo alto de un cerro. Estaban aislados, sin solución militar posible, cuando en el senado tlaxcalteca se impuso el partido favorable a la alianza antitenochca propuesta por los embajadores de Cempoala. Se levantó el cerco militar y los españoles se salvaron.
2. Durante meses, los españoles y tlaxcaltecas fueron incómodos huéspedes de Moctezuma, quien al final amenazó con expulsarlos. Cortés pidió un plazo por la llegada de Pánfilo de Narváez a Veracruz. En su ausencia, Pedro de Alvarado asesinó a cientos de guerreros desarmados durante una fiesta, y aprehendió a Moctezuma. Así se inició la guerra.
Un mes después Cortés regresó a Tenochtitlan con refuerzos… y se metió exactamente donde lo querían los tenochcas. Cortés atravesó una ciudad vacía para llegar al recinto sagrado y darse cuenta de inmediato, de que estaba sitiado y con muy escasas o nulas posibilidades de victoria.
3. Tras seis días de combates en que le queda claro que la situación es irremediable, Cortés comete otro error garrafal: huir por donde los tenochcas quieren que huya y, peor, huir con toda la impedimenta, el “tesoro”, los cautivos… todo lo cual se pierde en la batalla que había ideado Cuitláhuac.
De los mil 100 españoles que había en Tenochtitlan, la noche de la huida murieron 150, según Cortés, y más de 800, según Díaz del Castillo, y de 2 a 4 mil aliados. La cifra más probable es la de Vázquez de Tapia, quien contó los que desfilaron tras la retirada: quedaban 425 soldados (casi todos heridos) y 23 caballos. ¿Qué genio militar pierde todos sus bagajes y más de la mitad de sus hombres en una noche? Cierto es que el valor de Cortés insufló ánimo a sus hombres, pero eso no elimina sus errores tácticos y estratégicos.
4. Milagrosamente salvados en la batalla de Otumba, los españoles se refugiaron en Tlaxcala, cuyo senado propuso debilitar la alianza en torno a Tenochtitlan tomando uno a uno los altepemeh más cercanos. Fue Xicohténcatl Axayacatzin quien sugirió y en buena parte diseñó la campaña que arrancó a la Excan Tlatoloyan (Triple Alianza) los altepemeh aliados de lo que hoy llamamos valle de Puebla, y posteriormente aseguró los valles de Orizaba y Tehuacán, la cuenca del Papaloapan y los pasos a la cuenca de México al norte y al sur de la Sierra Nevada, al mismo tiempo que irrumpía la viruela que debilitó considerablemente la respuesta mexica.
5. El 31 de diciembre de 1520 los españoles y sus aliados ocuparon Texcoco, que sería su base de operaciones contra México-Tenochtitlan. Texcoco tendría dos tlatoanis: Ixtlilxóchitl, aliado de Cortés, y Cohuanacochtzin, en Tenochtitlan. La siguiente parte de la campaña es continuación de la anterior y Cortés toma parte de manera directa por primera vez en Iztapalapa, ciudad que atacó al frente de 200 españoles (unos 20 de a caballo) y unos 4 mil aliados. Tras un largo día de combate, Cortés vuelve a perder a cientos de aliados, las armas de fuego y la pólvora y se retiró en derrota, cuando los defensores de Iztapalapa rompieron los diques inundando su ciudad.
6. Cortés dirige el ataque a Xaltocan y Tlacopan, dando toda la vuelta al lago. De la aparente victoria dice Bernal: “Cortés no sabía qué decir porque había visto que estábamos muchos de nuestros soldados heridos y dolientes y se habían muerto ocho de dolor de costado y de echar sangre cuajada revuelta con lodo, por la boca y narices”.
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