ARTÍCULO

El cementerio de los imperios

Escrito en OPINIÓN el

Desesperación. Nada tan trágico como acercarse a las rejas del aeropuerto de Kabul para tratar de escapar de Afganistán y que una bomba acabe con tu vida. Decenas murieron así el jueves, incluyendo 13 militares estadounidenses. O tan desesperante como intentar aferrarse al fuselaje de un avión de la Fuerza Aérea de Estados Unidos cuando está a punto de despegar y luego caer desde el aire. Cientos trataron y media docena fallecieron en el intento.


Caos. Eso es lo que está marcando la salida de los soldados estadounidenses, miembros de su Embajada y sus aliados luego de casi 20 años de guerra en Afganistán. Los talibanes tomaron por sorpresa a la principal potencia militar del planeta y llegaron hasta la capital, Kabul, mucho antes de lo que sugerían los ingenuos pronósticos militares.


La pregunta es obligatoria: si el gobierno del presidente Joe Biden ya había tomado la decisión de sacar a todas sus tropas de Afganistán, ¿por qué no lo hizo de una forma ordenada y sin poner en peligro la vida de tantos civiles? Hay acusaciones de incompetencia y falta de preparación en la tan anunciada salida de Afganistán.


El presidente Biden, lejos de disculparse, reafirmó su decisión de terminar su participación en la guerra en un discurso a la nación. “Les dimos todo lo que necesitaban”, dijo refiriéndose al Gobierno de Afganistán, cuyo Presidente huyó a los Emiratos Árabes Unidos. “Pagamos sus salarios. Nos encargamos del mantenimiento de sus aviones”. Y luego hizo una pregunta que resume su argumento para irse de ahí: “¿Cuántas más generaciones de hijas y de hijos estadounidenses quieren que envíe a luchar en la guerra de Afganistán cuando las tropas afganas ya no lo quieren hacer?”.


El problema central de Biden no fue su decisión de salir de Afganistán, sino cómo lo hizo. Afganistán es conocido como el “cementerio de los imperios”, como mencionó en un discurso el Presidente. A lo largo de la historia, Gran Bretaña, la Unión Soviética y ahora Estados Unidos han invadido Afganistán para ser obligados, años más tarde, a salir de ahí.


Ese país, al que conocí durante la guerra en el 2001, tiene una rebeldía y resistencia que ningún imperio ha logrado descifrar. Me impresionaron las terribles condiciones de vida de muchos de sus habitantes cerca de las montañas de Tora Bora, donde se escondía Osama bin Laden. Vivían en chozas de barro sin agua potable o electricidad, como si nada hubiera cambiado en dos milenios. Y ahí pensé que Afganistán era en realidad un país inmanejable. Lo fue para los británicos y los rusos, y ahora también para los estadounidenses. Las diferencias entre más de una docena de grupos étnicos, la arisca geografía y los resentimientos centenarios lo hacían ingobernable.


Eso no ha cambiado. Cada vez que se intenta el uso de la fuerza en Afganistán, las cosas salen mal. Y hoy, el brutal control de los talibanes presagia muerte y abusos para todos aquellos que no coinciden con su forma de pensar y, en particular, para las mujeres y niñas del país. Es es una verdadera tragedia humanitaria.


“Soy una periodista y no puedo trabajar”, dijo Khadija Amin, una conductora de la televisión afgana, en un reportaje de The New York Times. “¿Qué voy a hacer ahora? La próxima generación no tendrá nada; todo lo que hemos logrado en los últimos 20 años se va a ir. Los talibanes son los talibanes. Ellos no han cambiado”.


Lo que es impensable e inexcusable es que nos quedemos callados y pasivos ante la tragedia de tantas mujeres. ¿Qué hacer? A corto plazo, los países del mundo tienen la obligación de recibir la mayor cantidad posible de refugiados afganos. Y México dio un gran ejemplo recibiendo a un grupo grande de periodistas afganos y sus familias, y a cinco mujeres afganas integrantes de un equipo de robótica. Más de esto.


La guerra -toda guerra- es el fracaso. Habla de nuestra incapacidad para resolver los conflictos de otra manera. Y la de Afganistán no es la excepción. Pero además de la tragedia de los muertos y de la violencia, tenemos la triste convicción de que las cosas no mejorarán para millones de afganos. Democracia y derechos humanos no están en el vocabulario talibán.
Afganistán no sólo es el cementerio de los imperios. También es hoy la tumba de las ilusiones.


@jorgeramosnews