El próximo 3 de diciembre es el “Día internacional de las personas de capacidades diferentes”, que viene a ser como un examen sobre la conducta que tenemos hacia las personas que, sea por la razón que sean, no poseen en su plenitud, las capacidades físicas de las personas sanas.
Es que es muy fácil, para los que estamos sanos, entender a los que empiezan a ver mermadas sus capacidades físicas… hasta que nosotros las padecemos. Es irónico suponer que, si respetamos los lugares que se les asigna, muchas veces los respetamos, no por conciencia, sino por miedo a una multa, en el caso de Laredo, o por la grúa, en el caso de Nuevo Laredo, llegando algunos al cinismo de falsificar la identificación, para poder disfrutar de estos lugares.
Según un sitio de internet, encontramos los siguientes datos:
“En el Censo 2020, el Inegi contó en el rubro de discapacidad a 20 millones 838 mil 108 personas, una cifra que representa el 16.5% de la población de México. Esta cifra resulta de la suma de los 6 millones 179 mil 890 (4.9%) que fueron identificadas como personas con discapacidad, más los 13 millones 934 mil 448 (11.1%) que dijeron tener alguna limitación para realizar actividades de la vida diaria (caminar, ver, oír, autocuidado, hablar o comunicarse, recordar o concentrarse), y a los 723,770 (0.6%) con algún “problema o condición mental”, éste último, un término que permite equiparar la medición actual con la del Censo 2010, en la que se hablaba de personas con “limitación mental”.
En cuanto a los datos desagregados por edad y sexo, entre la población con discapacidad hay más mujeres que hombres:
Mujeres: 11 millones, 111 mil 237 (53%)
Hombres: 9 millones 726 mil 871 (47%)
Por lo que hace a la distribución por edad, la mayor parte, el 40.9%, se concentra en el grupo de mayores de 60 años, luego están los de 30 a 59 años, 29.8%, enseguida los de 18 a 29, 9.8%, y al final los menores de 17 años, 9.1%; esto es al contrario de lo que ocurre con la población sin discapacidad, donde el grupo de edad más grande se ubica entre la franja de edad de 30 a 59 años. Y en la medida en que la población vaya envejeciendo, aumentará la tasa de discapacidad”.
En su mensaje con motivo de este día, el papa escribe a las personas que sufren algún tipo de limitación física: “Por desgracia, aún hoy muchos de ustedes «son tratados como cuerpos extraños en la sociedad. [...] Sienten que existen sin pertenecer y sin participar», y «hay todavía mucho que les impide tener una ciudadanía plena». La discriminación sigue estando demasiado presente en varios niveles de la vida social; se alimenta de los prejuicios, la ignorancia y una cultura que lucha por comprender el valor inestimable de cada persona. En particular, seguir considerando la discapacidad —que es el resultado de la interacción entre las barreras sociales y las limitaciones de cada persona— como si fuera una enfermedad, contribuye a mantener sus vidas separadas y alimenta el estigma en su contra”.
En un ambiente donde la perfección física ha llegado a obsesionar a muchos en la sociedad, y, donde admitir mis carencias es tomado como un símbolo de debilidad, es fácil que una persona se sienta desplazada o llega a sentirse como una carga para los demás y para su familia. Y, muchas veces, esa sensación es más dolorosa que la misma limitación física. Pero tampoco debemos usar nuestras limitaciones como una excusa para dejar de sumar a la sociedad, tan necesitada de sus aportes, y convertirse en signos de inspiración para otros. Las historias de quienes no se dejaron vencer por ello alientan a todos, quienes a través de historias ficticias o de realidades, nos enteramos de quienes supieron vencer estos obstáculos, dejándonos en evidencia de que el verdadero discapacitado es aquel que, teniendo todo para superarse, se autolimita en sus cualidades, o, peor aún, margina a quienes padecen estas limitaciones. Hagamos la diferencia. Pero en ello, como siempre, usted tiene la última palabra.
padreleonardo.hotmail.com.
Capacidades diferentes
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