Nadie, absolutamente nadie de la administración municipal 2019-2021 debería estar orgulloso de haber participado en la aprobación, en consecuencia, autorización de ese nuevo hospital al poniente de la ciudad, al entender hoy que el tiempo fue ese elemento que se dejó correr por incomprensibles circunstancias no externadas a la ciudadanía; entonces se puede suponer que fue ese nuevo hospital general un proyecto que nació viciado.
Pues dicha obra y al estar “cómodo” en tiempo y en su momento de planificación, y por lo que veía la ciudadanía día a día, escasos fueron los esfuerzos, en consecuencia, nulos los avances para materializar y de una buena vez esa promesa ciudadana. Hospital que se suponía vendría a subsanar la salud y atención de la gente más necesitada de ese sector.
Por esto es que la licenciada Carmen Lilia Canturosas Villarreal, en su calidad de alcaldesa de Nuevo Laredo, no debería tentarse con ese asunto, convertirse así en esa salvadora de obra de promesas pasadas. Al entender que de tomar esto y de emprenderlo, seria contradictorio a su persona pues no tan solo cargaría esa “estafeta” invadida para el pueblo de secrecías e ilusiones, sino y en el transcurso de la materialización, arrastraría todo tipo de situaciones irregulares originadas desde su inicial planteamiento.
Al quedar claro, que, por principio de cuentas, ese terreno no era por decir así el adecuado, ni mucho menos el estratégicamente necesario para ahí ubicar el nuevo hospital general. Al ser más que patente que en el trabajo desde el desmonte hasta la adecuación vial, así como el de proporcionar en su totalidad servicios públicos para mas o menos dejarlo funcional, fueron dineros canalizados que ciertamente se hubieran ahorrado de haber visto otras opciones.
Reconocer este otro aspecto como problemático, como es el cinturón de caminos tan traficosos y peligrosos que rodean a dicho terreno, los que cuentan por un lado con curvas casi cerradas en donde día a día ocurren accidentes en ocasiones fatales.
Remarcar ese acceso hacia el puente elevado en donde la velocidad es alta, por lo mismo peligroso para los que lo suben y lo bajan, de igual modo para esos que entrarían y saldrían de dicho terreno escogido para el hospital.
Por supuesto que la buena voluntad de los donadores del terreno es aplaudible, y con justa razón que presionen para que efectivamente se hiciera ahí dicho espacio medico para beneficio de la población, así no se desviará ni su uso ni la idea.
Pero lo que sí es preocupante, que esa administración pasada lo haya aceptado de esa forma y bajo esos términos de tiempo, o sea tan solo cinco años a partir del acto convenido para llevarlo a cabo y que, de no materializarse éste y en las condiciones en que se encuentre, pasaría nuevamente a su original propietario, claramente perdiendo todo lo invertido.
No es por demás recordar que hace algunos años se tenia contemplado similar proyecto, un hospital general en el sector de la avenida Anzures y Prolongación Monterrey, en donde y sin ningún censo, estudio, ni mucho menos encuestas ciudadanas, se había escogido ese sitio. El cual constaría, según se dijo en ese tiempo por las mismas autoridades municipales, de ochenta camas para la atención ciudadana; sin embargo y ante esa falta de consulta ciudadana para iniciar la obra hospitalaria, esto quizás haya sido el detonante para abortar ahí la construcción.
Esa omisión para informar y bien a la ciudadanía con respecto al nuevo hospital, esa falta de comunicación y veracidad de obra al no mostrar la maqueta, esa que diera una idea más que certera a Nuevo Laredo, de que efectivamente ya se tenia algo mas que proyectado, concretado, al igual que este actual proyecto, han sido marcados por el silencio de las autoridades municipales que en su momento las promovieron.
Entonces, hoy Carmen Lilia Canturosas en su calidad de primera autoridad, no debería dejarse llevar por el sentimentalismo, ni mucho menos por actos precipitados de sus antecesores y visualizar bien las cosas con respecto a este nuevo hospital. Dejar el pasado así como quedó y emprender nuevamente y desde cero este asunto, ahora sí bajo un estricto estudio entre la ciudadanía, entre los sectores de salud para definir correcta y verídicamente en donde efectivamente hace falta, claro sin ataduras, ni compromisos, ni condicionamientos de ningún tipo.
Escuchar a la ciudadanía deberá ser el primer punto sobre este ya extendido asunto, analizar hacia dónde va el crecimiento de la ciudad, en dónde está la gente con mayor necesidad, en dónde hay terrenos municipales, estatales o federales en los que por su adquisición no se tenga que invertir nada.
Considerar que dicha inversión sea por igual benéfica para el ramo comercial y empresarial de esos sectores, así se conjugue ese nuevo hospital general, con generación de empleos principalmente, de negocios varios como farmacias, consultorios médicos, laboratorios de análisis clínicos, en fin, una variedad de ramos relacionados o no a esta actividad de la medicina.
Es más que conocido que al poniente de la ciudad tan sólo se encuentran ciertos módulos de salud para atender a todas las familias, y que por lo mismo diariamente están saturados. Entonces, y como un ejemplo, si la materialización del nuevo hospital se diera por el rumbo de la colonia Los Colorines, al ahí existir aun muchos predios sin ocuparse y disponibles, eso impactaría grandemente hacia tales sectores poblacionales, de inmediato se vería un incremento en la economía de ellos mismos; por supuesto el objetivo principal como es la atención médica se vería enormemente aplicada, desarrollada.
Mil millones de pesos para esa obra es muchísimo dinero como para echarlo a perder en continuar con algo que ya nació mal y concluirlo, gastando mucho mas dinero de lo presupuestado. Entonces la visión de Carmen Lilia Canturosas Villarreal hoy como alcaldesa y ante ese asunto, deberá ser el emprender lo que el pueblo le pida como obra y no otorgar a través de la continuidad de dicho proyecto de ese hospital general lo que le dejaron mal planeado, pues de continuarlo, sería brindar la razón, y aplicar con la conclusión, esa anhelada “absolución” ciudadana y política.