“Los neolaredenses y por generaciones, han estado siendo por los historiadores locales ‘mecidos’ en una cuna de engaños y suposiciones con respecto a sus orígenes y acontecimientos históricos”. Mars
Don Manuel Ignacio Salinas Domínguez, sí que fue atinado en proponer la creación de un depósito y resguardo de infinidad de documentos oficiales, que, éstos y a falta de un espacio apropiado “deambulaban” por distintos sitios u oficinas hasta bodegas de esta ciudad; mas sin embargo, a este recinto después de su inauguración en 1989, se le ha estado llenando de escritos y narrativas locales nada creíbles, por lo que hoy es el Archivo General del Municipio un “histórico” engaño.
Desafortunadamente para la mayoría de los neolaredenses, incluso para aquellos que vienen a esta frontera en plan de turismo o de visita familiar, el acudir al Archivo General, no será un punto de importancia en su recorrido para hacerse de un poco de historia.
Pues tanto dentro como por fuera de sus instalaciones lo único histórico que en verdad se aprecia, es y sin lugar a dudas el edificio que resguarda dicha dependencia municipal, al ser éste en verdad y en conjunto, un emblemático sitio que por años fue admirado y visitado por muchos cuando por alguna necesidad hicieron uso del tren.
Por igual a quienes obligadamente los hayan llevado a visitar el Archivo Municipal, sobre todo a estudiantes, con alta seguridad que dieron cuenta que en su interior no existe historia alguna, todo es escueto, repetitivo, más que un archivo oficial, semeja en su interior una cafetería en donde el “menú histórico” siempre es el mismo.
Sitio que asimismo carece de una sala de cómputo, en donde el visitante pueda a través de la consulta electrónica el llevar a cabo un recorrido de los ejemplares, libros, cuadernillos, fotografías, gacetas antiguos ya digitalizados, en fin, todo lo que originalmente posee dicho archivo, así permitirle al visitante forjar y formar su propio juicio de determinado tema que le interese o busque.
En ese sitio, es costumbre que los empleados tan sólo te entreguen en una memoria electrónica o de una forma impresa lo que ya está editado de los originales, obteniendo el interesado tan sólo la opinión o narración del que lo tomó de su original, no permitiendo auscultarlos, ni mucho menos investigarlos de propia mano.
Lo más delicado, que, con esto, están distorsionando la verdadera historia, al omitir muchos pasajes, al complementarla con supuestos, al no tener las bases de lo que ahí se afirma o sostienen como hecho histórico.
Lo triste, que la misma autoridad municipal acepta, certifica y oficializa esa historia tasajeada, rota e incompleta para darle forma a algo que ni se investigó, ni se adentró, ni mucho menos se acudió a sus orígenes para constatarla como verídica.
El Archivo Histórico Municipal resguarda celosamente el dibujo original del Escudo de Armas de Nuevo Laredo, creado así lo afirman por el profesor Felipe Durón Robles, mas sin embargo, en dicho recinto no se certifica ni se posee ningún testimonio verídico y real como estudios, calificaciones, instituto de enseñanza en donde el profesor Durón Robles haya obtenido sus conocimientos de heráldica.
Por lo que causa sorpresa que en la década de los cuarenta, fecha en que fue creado dicho Escudo de Armas de Nuevo Laredo, una ciudad alejada de todo, este personaje poseyera ese excelso conocimiento.
Sabido es que el creador de muchos escudos de armas a lo largo de la República Mexicana fue y sin lugar a dudas el General Vito Alessio Robles, quien poseía un gran conocimiento en heráldica a través de sus estudios en el viejo continente, él tuvo la idea de que toda ciudad contara con su escudo, por lo que promocionó esta inquietud, incluyendo a Nuevo Laredo.
Sabido es que el General oriundo del Estado de Coahuila sí que era un historiador con gran conocimiento en heráldica, incluso escribió una obra con referencia a este arte llamado “Heráldica coahuilense” justo en los años cuarenta.
Sabido es que el profesor Felipe Durón Robles tenía parentesco con el General Vito Alessio Robles, por lo que probablemente éste y aprovechando las festividades de aniversario de Nuevo Laredo le haya propuesto a su tío la creación de dicho escudo; como haya sido, con alta certeza que la idea y significado fue del propio Vito Alessio, el trazo y dibujo quizás de Robles.
Causa extrañeza que el propio Archivo Municipal no cuente con el significado real del monumento mal llamado de “Los Fundadores”, pues éste, y para cualquier persona con conocimientos en el arte de la escultura por ningún lado se le aprecia representación alguna de fundadores de una ciudad.
No es por demás recordar que, en la época de la construcción de dicho monumento, o sea en los años cincuenta, el patriotismo estaba muy enmarcado entre los mexicanos, por lo mismo el escultor original de Costa Rica, pero nacionalizado mexicano, plasmó en él lo que muchos ven, a la Madre Patria.
La narrativa que se le adhiere a dicha representación escultural, ha sido creada a conveniencia y para darle fortaleza a una ciudad necesaria de historia, de que esos antepasados regresaron a esta tierra trayéndose consigo incluso a sus difuntos desenterrándolos.
Pero raro es, el porqué los encargados del archivo no buscan en el país natal de su creador el escultor Zúñiga, el costarricense, sus apuntes, sus archivos, incluso en su última residencia en Tlalpan y solicitar permiso a sus familiares, así buscar el verdadero significado y nombre de este monumento, probablemente de hacerlo se llevarían una gran sorpresa y la historia tal y como la dictan totalmente cambiaría.
No se puede dejar de mencionar a Juan Eutimio Richer Turán al que en este Archivo Municipal le pusieron su nombre al considerarlo el primer historiador de Nuevo Laredo, mas sin embargo hasta el día de hoy se conoce tan poco de este personaje, quiénes fueron sus padres, en qué provincia de España nació, cuáles fueron sus estudios.
Por unos textos firmados por él, se le da todo un crédito, pero nadie del Archivo Municipal se ha preocupado por indagar su verdadera historia, sus orígenes, ni tan siquiera se han preocupado por estudiar o enviar dichos escritos con un experto y así determinar si efectivamente fueron de su puño y letra, pues quienes han tenido la oportunidad de verlos, cierto es que tienen esos escritos rasgos propios de una escritura femenina.
Ah, y esos escritos no fueron originales de él, pues él fue tan sólo el recopilador, justo como lo hizo en su momento Manuel Ignacio Salinas Domínguez, y los rescató y algunos los transcribió de sus originales, a eso, los encargados y directores del Archivo General Municipal de Nuevo Laredo le llaman “historiador”.