En México abundan los monumentos en plazas públicas, glorietas y avenidas, pero pocos resultan tan sorprendentes como el que se alza en la colonia Buenos Aires de Nuevo Laredo, Tamaulipas.
Allí, en medio de un entorno urbano y casi desapercibido, se encuentra el obelisco que recuerda el último aliento del general Maclovio Herrera, figura clave de la Revolución Mexicana.
El héroe que tiene su monumento en un patio
El sitio es peculiar no solo por la ubicación, sino porque el monumento marca con precisión el punto donde el militar cayó abatido.
El 17 de abril de 1915, una bala atravesó su pulmón derecho y, al perder el control de su caballo, golpeó su cabeza contra el suelo. Aquella herida le costó la vida de manera inmediata. Aunque no era originario de Nuevo Laredo, la ciudad fronteriza lo adoptó como héroe propio, pues la defendió hasta el final.
Con el paso de los años, la expansión de la mancha urbana transformó el entorno. El monumento quedó integrado al trazado de las viviendas, hasta el grado de terminar dentro de un patio residencial.
Posteriormente, las autoridades delimitaron el espacio para que permaneciera como referente histórico sobre la calle Arteaga, casi esquina con Viena.
Cercano a Pancho Villa
El recuerdo de Herrera no se limita al monumento. Fue conocido como “El Caporal”, uno de los generales más cercanos a Francisco Villa, y participó en batallas decisivas como la toma de Torreón y la defensa de Zacatecas.
Su prestigio lo convirtió en un líder respetado dentro de la División del Norte, y su funeral en Nuevo Laredo fue un acto multitudinario que dejó huella en la memoria colectiva.
Hoy en día, el obelisco de Maclovio Herrera conserva la memoria de un revolucionario caído en batalla que convive con el pueblo en el corazón de una colonia popular.