La nostalgia de la popular serie animada de Los Picapiedra cobró vida en un taller de soldadura de la colonia Francisco Villa hace 15 años en Nuevo Laredo.
El troncomóvil de Pedro Picapiedra ya no es solo parte de una caricatura: desde hace tiempo circula por calles reales, gracias al ingenio y dedicación de Fernando Molina Treviño.
El troncomóvil de Nuevo Laredo
Su taller, enfocado originalmente en soldadura industrial, se convirtió en el centro de operaciones donde este particular vehículo fue concebido.
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Lo que alguna vez fue un rudo jeep 4x4, fue modificado pieza por pieza hasta mutar en un automóvil que combina fantasía con mecánica real.
Aunque su base conserva una tracción parcial, el resto de su estructura fue revestido artesanalmente con maderas seleccionadas y secciones de triplay. No faltan los guiños a la serie original: desde un timón de madera hasta un teléfono de hueso que remite al humor visual de los Picapiedra.
Fueron necesarios cuatro años de esfuerzo constante para completar esta réplica rodante. Molina Treviño, apasionado de la mecánica y el diseño rústico, logró con este proyecto unir creatividad, cultura pop y destreza técnica en una sola obra móvil.
El auto no solo funciona a la perfección, sino que además se ha convertido en un atractivo cultural: su presencia es habitual en eventos cívicos, marchas temáticas, ferias y convivencias comunitarias.
Cientos de curiosos se detienen a tomar fotografías, admirar sus detalles y compartir el momento en redes sociales. Aunque ha es un apasionao de motocicletas y otros vehículos, Fernando confiesa que esta “máquina de la Edad de Piedra” es su proyecto más significativo.
Por todo ello, el troncomóvil de Nuevo Laredo celebra la imaginación contemporánea de la entrañable serie de Pedro Picapiedra y Pablo Mármol con la pasión por la mecánica automotriz creativa.