El Río Bravo ha alcanzado uno de sus niveles más bajos registrados en años recientes: apenas 27 centímetros de profundidad. Esta alarmante situación pone en jaque la capacidad operativa de las plantas potabilizadoras en Nuevo Laredo, que dependen de este afluente para abastecer a la población.
La Comisión Municipal de Agua Potable y Alcantarillado (Comapa) informó que la infraestructura encargada del tratamiento y distribución del agua no puede funcionar debido a la insuficiencia del caudal. Esto representa un riesgo inmediato para miles de familias que dependen de este suministro para sus actividades diarias.
El bajo nivel del río Bravo
El diagnóstico coincide con la clasificación de sequía extrema que el Semáforo del Agua asignó recientemente a la ciudad, colocándola en rojo junto a otras localidades fronterizas como Reynosa, Matamoros y Miguel Alemán.
Esta condición amenaza no solo al sector doméstico, sino también a los servicios públicos, la actividad agrícola y el sector económico regional.
Ante esta crisis, usuarios en redes sociales han manifestado preocupación e indignación. Varios señalan el uso desmedido del agua en prácticas domésticas innecesarias y la falta de inspección por parte de las autoridades.
La ciudadanía demanda la implementación de sanciones a quienes desperdicien el recurso, así como campañas de concientización y ahorro.
Crisis hídrica
Por su parte, el gobierno estatal ha advertido que el sistema hidrológico de la región, particularmente la cuenca del Río Bravo, es el más afectado por el descenso sostenido de precipitaciones. Expertos en gestión hídrica coinciden en que, sin acciones estructurales, esta emergencia podría escalar hacia una crisis humanitaria.