La posibilidad de que pirañas lleguen al Río Bravo no es remota: existen antecedentes de especies exóticas que han sido liberadas en cuerpos de agua por dueños de acuarios, comercio ilegal o experimentos fallidos de introducción.
Sin embargo, especialistas en biología acuática coinciden en que, aunque es factible introducirlas, esto pasaría con su supervivencia en este cuerpo de agua dulce.
¿Qué pasaría si introducen pirañas al Río Bravo?
Las pirañas son peces nativos de regiones tropicales y húmedas, como la cuenca del Amazonas, donde el agua cálida, rica en oxígeno y con vegetación abundante favorece su desarrollo.
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El Río Bravo, por el contrario, es un cauce con temperaturas más frías, variaciones estacionales extremas y una ecología distinta que no ofrece las condiciones ideales para que las pirañas prosperen o se reproduzcan exitosamente.
Por esta razón, biólogos marinos consideran inviable su establecimiento a largo plazo en este ecosistema fronterizo.
No obstante, su presencia temporal sí podría representar un problema. Si un grupo reducido de ejemplares fuera introducido artificialmente, podrían sobrevivir durante cierto tiempo y alterar el equilibrio de la fauna local.
Las pirañas, especialmente las variedades carnívoras, son depredadoras oportunistas y podrían desplazar a especies nativas, consumir crías de peces e interferir con la pesca regional, aunque sin llegar a formar colonias estables.
Alarma por noticias recientes
Este debate cobró fuerza luego de que, en mayo de 2023, un pescador de Piedras Negras, Coahuila, capturara un pez con dientes que causó alarma entre usuarios de redes sociales.
Posteriormente se identificó como un pacú, similar en aspecto, pero con hábitos omnívoros y menos agresivos, lo que confirmó que no se trataba de una piraña. Aun así, el episodio sirvió como un recordatorio sobre los riesgos que implica liberar especies foráneas sin control.
De esta manera, aunque la existencia de pirañas en el Río Bravo es una posibilidad remota desde el punto de vista ecológico, su introducción accidental sigue siendo una amenaza que demanda vigilancia, educación ambiental y una regulación más estricta sobre especies exóticas.