El puente de los arcos fue mucho más que una conexión entre Nuevo Laredo y Laredo, Texas: representó durante décadas un emblema de cooperación y desarrollo binacional.
Construido tras el incendio que consumió al primer puente en 1920, se erigió como una elegante estructura sobre el Río Bravo, uniendo a ambas comunidades en una época de crecimiento económico y movilidad transfronteriza.
El puente de los arcos
Sin embargo, la fuerza del río demostró ser un enemigo recurrente. A lo largo del siglo XX, las crecidas estacionales y los huracanes dañaron severamente su estructura.
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En 1905 y 1932 las inundaciones destruyeron por completo versiones anteriores del puente, aunque los esfuerzos conjuntos de ambos gobiernos permitieron su rápida reconstrucción.
En 1920, se levantó nuevamente, adaptado a los nuevos tiempos del tránsito vehicular y reforzado con un diseño de arcos truss.
La tragedia final llegó con la gran inundación de 1954. La corriente desbordada amenazaba con arrasar a ambos Laredos, y la única solución fue extrema: dinamitar el puente para liberar el cauce y evitar una catástrofe mayor.
Las explosiones no fueron consecuencia de una guerra ni de un ataque, sino de la urgente necesidad de salvar vidas y propiedades ante el avance del agua.
Entre 1954 y 1957 se habilitó un puente flotante temporal para mantener el tránsito, hasta que la versión moderna, el actual Puente Internacional de las Américas fue inaugurada el 20 de febrero de 1957.
Su construcción reforzada y su diseño funcional garantizan hoy la seguridad y continuidad al ser parte del corredor comercial más transitado de Norteamérica.