Recorriendo las calles de la ciudad , silbando la danzarina, con ese sonido tan característico que avisa a las personas que se acerca un afilador de cuchillos, Enrique Maldonado detiene su carrito para sacar filo a cuchillos y tijeras de quienes solicitan sus servicios.
Aunque cada vez son menos personas se dedican a este antiguo oficio, Enrique es de los pocos afiladores de Nuevo Laredo, quien a los 76 años, a pesar de las inclemencias del tiempo, todos los días sale a recorrer algunas colonias de la localidad, alargando la vida útil de utensilios y herramientas, continuando con la tradición familiar.
“Mi papá era hojalatero y también afilaba cuchillos y de ahí le aprendí yo, esa fue mi herencia desde muy chico, después ya de grande trabajé en la construcción, en un taller mecánico y en otras partes, hasta que volví a lo mismo”, contó.
Mencionó que en los últimos años retomó el oficio por el que ya es conocido en áreas cercanas a la colonia Mirador, donde actualmente vive y desde las 7:00 de la mañana, con el carretón que él mismo construyó, de una forma más moderna, pues dijo que antes utilizaba una manivela y él le adaptó un motor que funciona con un acumulador de auto.
“Cada vez son menos, no hay muchos que les enseñe o se dediquen a eso, todavía hay personas que salen a que les saque filo a tijeras, cuchillos, machetes, azadones y hachas. A veces sí sale y otras no tanto, como todo negocio, pero gano desde 100, 200 pesos hasta 500 cuando es un buen día”, expresó.
Maldonado dijo que por objetos como tijeras y cuchillos cobra 15 pesos y en cosas más grandes como herramientas de jardinería cobra 25 o 30 pesos y con eso se ayuda a mantenerse al día, ya que vive solo.
Enrique Maldonado es un ejemplo de vida y de ganas de salir adelante, a su avanzada edad, ya que destacó que mientras pueda caminar y tenga salud, seguirá laborando, continuando el legado de su padre.