La buena noticia del día es que hoy termina la canícula, el periodo con las temperaturas más altas del año. En contraste, la noticia mala es que el clima esta semana no será nada fresco.
Afortunadamente este año los fronterizos gozamos de una canícula muy soportable, mejor que años anteriores. La fecha oficial marcada en el calendario finalizó, pero algo pasa con el comportamiento del clima en la región.
Hoy termina la canícula
Y es que de acuerdo a los pronósticos de las páginas meteorológicas, por lo menos durante los próximos 10 días en cierto momento del día el termómetro alcanzará los 40 grados, con sensaciones térmicas superiores, por lo que la población no debe confiarse.
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La parte buena es que una vez que el sol se oculta, la temperatura desciende gradualmente en la madrugada y al amanecer se pueden disfrutar temperaturas de 26 grados, un marcador bastante cómodo para los habitantes de esta zona del Río Bravo.
Podríamos sentirnos afortunados ya que comparados con otros puntos de la frontera la racha de lluvias de junio y parte de julio apaciguaron los calorones normales de la época.
Mexicali, un infierno
En Mexicali, Baja California, los ciudadanos vivieron un verano sin precedentes durante este periodo. Un auténtico calor infernal marcó récords históricos en la historia climática de Baja California.
Las temperaturas alcanzaron niveles históricos, superando la marca de 52 grados centígrados, convirtiéndose en uno de los veranos más calurosos jamás registrados en la región norte de Baja California.
La ola de calor fue tan intensa que las autoridades de salud tuvieron que lanzar una alerta epidemiológica debido al alarmante número de muertes ocasionadas por golpes de calor, con más de 35 fallecimientos.
Ante la crisis, las autoridades activaron un plan de emergencia para atender a las personas más vulnerables, sobre todo aquellas en situación de calle.
Se instalaron puntos de hidratación por las calles de Mexicali, que a su vez se convirtieron en refugios temporales para las personas que se sentían mal y buscaban escapar del clima sofocante.
A pesar de los riesgos mortales, la vida tenía que continuar para los sudcalifornianos, sobre todo para quienes trabajaban al aire libre exponiéndose a las extremas temperaturas y el riesgo latente de sufrir golpes de calor.