El uso del ferrocarril de pasajeros en México comenzó a disminuir a partir de 1972 debido a la falta de mantenimiento necesario del equipo.
Las máquinas, coches, talleres y estaciones se mostraban viejas y obsoletas, y las bajas tarifas aplicadas no generaban los recursos suficientes para renovar el equipo o mejorar su mantenimiento.
Las tarifas del 'Regiomontano'
Las tarifas de los servicios prestados por los Ferrocarriles Nacionales de México (FNM) se situaban por debajo de los costos, haciendo urgente una renovación para mantener el transporte ferroviario como una opción viable para los mexicanos.
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Ante este panorama, Ferronales inauguró el 7 de abril de 1987 un nuevo y renovado “Regiomontano”, un moderno medio de transporte que ofrecía carros de primera clase con nuevos dormitorios, bar, restaurante y observatorio. El 7 de junio de 1997 fue la última corrida.
Este tren se integraba al programa Servicio Estrella de los FNM, centrado en confort, puntualidad, calidad y rapidez. La rehabilitación de “El Regiomontano” fue prioritaria debido a que realizaba la ruta de mayor demanda en el país.
“El Regiomontano” corría la ruta México-Nuevo Laredo, con escalas en San Luis Potosí, Saltillo y Monterrey. La tarifa incluía el pasaje, dormitorio y alimentos en el salón comedor, con varias opciones de menú.
Viaje cómodo
Tanto los pasajeros de primera clase como los de dormitorio disfrutaban de la comodidad de los carros de observatorio con servicio de bar. La puntualidad en las llegadas y salidas fue una característica destacada del “Regiomontano”, crucial para atender las exigencias de la industria y la producción de la región.
El tren fue recibido en Monterrey por el entonces gobernador de Nuevo León, Jorge Martínez Treviño, quien valoró su puntualidad. Los carros del tren tenían diversos nombres y uno de ellos, Agualeguas I, fue utilizado para iniciar la campaña presidencial de Carlos Salinas de Gortari.
El recorrido de “El Regiomontano” era meticulosamente programado, saliendo de Ciudad de México y llegando a su destino final en Nuevo Laredo en un horario preciso.
Las tarifas oscilaban entre $159 para primera clase, $213 con camarín y $305 con alcoba si el viajero compraba un boleto de México a Monterrey.
Nostalgia
Este tren no solo representaba una renovación en el transporte ferroviario, sino que también evocaba experiencias y recuerdos en sus pasajeros.
Figuras como Guillermo Sheridan y Leopoldo Espinosa Benavides rememoraron sus viajes en este lujoso tren, destacando su comodidad y la interacción con los vendedores locales en las estaciones.
A fines de los años ochenta, el gobierno federal destinó 1.5 billones de pesos para rehabilitar y modernizar el sistema ferroviario nacional, asegurando la mejora del equipo, la infraestructura y la capacitación del personal, lo cual fue necesario para mantener el ferrocarril como una opción de transporte viable y eficiente en México, pero al final el transporte de pasajeros desapareció.